En agosto del 2006, cuando su hijo Álex partió al cielo tras batallar con un cáncer agresivo, Gustavo Dávila quiso morir, quiso bajar sus brazos, rendirse. Pero recordó la voz de su hijo que en vida le pidió que siguiera en su lucha, que no desista, que ayude a otras personas que tienen esta enfermedad. Y así lo hizo. Así nació la fundación Jóvenes contra el cáncer, hace 17 años. La agrupación tiene ya 1.400 miembros y tiene oficinas en Pichincha, Manabí, Esmeraldas, Macas, Santo Domingo, Pastaza, Tungurahua, Imbabura, Napo.