Luz María Maldonado, de 51 años, realizaba este miércoles 2 una actividad peculiar en el cementerio de Calderón, en el norte de Quito. Junto con sus tres hijos y su nieto se acercaban a las familias que acudieron a visitar a sus seres queridos y les ofrecieron rezar.

Desde el cementerio de Calderón, por el Día de los Difuntos varias familias acuden a visitar a sus seres queridos

Posted by El Universo on Wednesday, November 2, 2022

“Las señoras que vienen nos hacen rezar y nos regalan coladita morada, pan; hasta fritada nos dan, por darles rezando ambos muertitos”, señaló la mujer mientras custodiaba un bolso con el alimento que les habían brindado.

Ella nació en Otavalo, pero cuando cumplió 15 años viajó a Quito. Desde hace 46 años vende papas con cuero en el mercado de La Ofelia, en el norte de la ciudad.

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Comentó que no tiene familiares fallecidos en ese cementerio; que todos están enterrados en su ciudad natal, de la provincia de Imbabura; pero que su abuelita y su madre le enseñaron la tradición de pedir por el alma de los fallecidos a cambio de comida.

QUITO.- María Natividad Toapanta, de 88 años, toma colada morada junto a la tumba de su madre, en el cementerio de Calderón, en el norte de Quito. Foto: El Universo

Varias familias acudieron a los cementerios de Quito para recordar a sus familiares que perdieron la vida y decorar sus tumbas.

A pesar de no ser un día de asueto, algunos familiares decidieron tener un tiempo para recordar a sus seres que partieron.

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En una tumba, unas mujeres compartían colada morada y empanadas. Se trataba de Angelita Gualoto, quien junto con su madre visitó la tumba de la abuelita.

“Uno se ha criado con esa costumbre. Nuestros antiguos nos han enseñado que no porque está muerto alguien hay que olvidarse, a pesar de que yo me llevo en el corazón de que en vida es todo. Ahorita le traigo flores, y todo es por costumbre, porque mi mami se sienta bien, no porque mi abuelita vaya a ver las flores”, dijo.

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Comentó que antes acostumbraban llevar mucha comida: cuy, gallina y otros alimentos, para compartir junto a su ser amado, pero que ahora ya no lo hacen. En la actualidad realizan una comida el día anterior de lo que le gustaba al fallecido cuando estaba con vida.

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Llevaron una olla de colada, algo de pan y un aguacate, pues era lo que le gustaba a su abuelita.

María Natividad Toapanta se sentó junto a la tumba de su madre. Así lo hace desde hace 42 años, desde que perdió a su ser amado.

Desde ese entonces acude cada año. “(Para) pedir que Dios me ayude, también a mi mamacita, que en paz descanse en el reino de los cielos”, agregó la mujer. (I)

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