Luz ultravioleta, fricción y temperatura. Esos serían los factores que provocarían la migración de microplásticos al agua embotellada, no solo en ese caso, sino también en aquella que haya sido almacenada en recipientes plásticos.

Esa es una de las conclusiones de un estudio bibliográfico desarrollado por la Universidad Central, con un enfoque de análisis de la influencia de diferentes factores que pueden afectar a la migración de microplásticos en agua embotellada. Aquel es un proyecto de investigación desarrollado entre 2020 y 2021.

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Milene Díaz, ingeniera química y docente de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Central del Ecuador, explicó que los microplásticos son generados por la liberación de desechos plásticos de un solo uso provenientes de lavadoras y secadoras, o de algunas ropas sintéticas que son sometidas a procesos de fricción, exposición a radiación ultravioleta y corrientes atmosféricas.

Están definidos por tamaño y en algunos casos no son perceptibles a la vista.

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Hay dos maneras para que estos microplásticos lleguen al organismo humano y son a través de alimentos y al respirar en el ambiente.

Señaló que el suministro almacenado también es un vector de contaminación con microplásticos para los alimentos.

El enfoque del estudio estuvo direccionado en determinar si había o no investigación con relación a los diferentes factores físico-químicos que pudieran influir sobre la migración de los microplásticos hacia el agua embotellada.

Se evaluó la información disponible de estudios en diferentes países y cuántos se habían hecho en Ecuador, y se sopesaron aspectos como temperatura, tiempo, luz ultravioleta y fricción.

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La principal conclusión fue que la presencia de luz ultravioleta, fricción y temperatura son factores que provocan la migración de microplásticos al agua embotellada. Pero no solo ocurre en el agua embotellada, sino también en la que ha sido almacenada en recipientes plásticos. De este modo, el suministro almacenado también es un vector de contaminación con microplásticos para los alimentos, agregó.

Se puede mencionar, indicó, que hay estudios que mencionan que la luz ultravioleta estimula la liberación de microplásticos desde el envase.

También se concluyó que la reutilización de envases plásticos de un solo uso provoca este fenómeno debido al efecto de fricción. Este incluye la apertura y cierre de las botellas con su tapa, el aplastarlas, manipularlas o golpearlas, algo que puede ocurrir incluso durante el proceso de distribución o cuando la botella se cae y se recoge, o si es utilizada repetidamente.

Esos elementos de fricción también pueden provocar dispersión y migración de microplásticos en el agua, añadió.

En todos los aspectos, la influencia de la temperatura es significativa, expresó.

La información recopilada responde a varios artículos de divulgación científica a nivel mundial, y Diaz indicó que no han hecho una valoración experimental.

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Otra conclusión es que en los países industrializados se utiliza el plástico con mayor frecuencia, lo que contribuye a una mayor contaminación de microplásticos en las aguas embotelladas.

En Ecuador, señaló, se estipula la reutilización de las botellas y, a su criterio, en realidad es un factor que promueve la ingesta de microplásticos debido a que esos envases van a estar expuestos constantemente a ese proceso, incluso los de mayor consistencia.

“Pero la fricción, la luz ultravioleta y la temperatura van a promover esta migración”, dijo.

El objetivo del proyecto, indicó, es demostrar que los microplásticos son el resultado de la degradación y el sobreconsumo.

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La recomendación de la investigadora es utilizar los denominados tomatodos para su reutilización, no estropearlos, evitar exposición al sol y, de ser posible, optar por uno metal.

Esto porque con mucha frecuencia las botellas de un solo uso suelen rellenarse varias veces.

Sobre las investigaciones en Ecuador, Díaz mencionó que se han realizado cuatro estudios. Uno de ellos indica que todas las aguas embotelladas de la industria contienen microplásticos, aunque la cantidad de partículas es baja.

La universidad ha hecho además evaluaciones en refrescos, leches, miel, cerveza, atún, pulpo, tomate cherri, diez tipos de granos, arroz, té, azúcar y sal.

En todos esos alimentos, agregó la experta, han encontrado la presencia de microplásticos. (I)