La vida de Wilson Santiago Olmedo ha transcurrido en los últimos ocho años entre Guayaquil, Quito, Naranjal, Esmeraldas e Imbabura. En estas ciudades ha prestado servicio como parte de la Policía Nacional.

No trabajó en Riobamba, pero la mañana del 11 de junio del 2021 ocurrió algo allí que cambió su cotidianidad laboral. En esa ciudad comenzó a afrontar un proceso por abatir a dos delincuentes que asaltaban a un menor de edad, en la zona del barrio San Miguel de Tapi.

Este cabo segundo, de 34 años, fue condenado el miércoles a tres años y cuatro meses de prisión y a pagar $ 10.000 por cada uno de los fallecidos en este caso y una multa de 10 salarios básicos $ 4.250. Un Tribunal de Garantías Penales de Chimborazo lo condenó por extralimitación en la ejecución de un acto de servicio.

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Olmedo, oriundo de Imbabura y padre de dos niños, recuerda que esa mañana de junio del 2021 solo pasaban por Riobamba. Estaban en el distrito Naranjal-Balao, provincia del Guayas, y camino hacia Quito tuvieron que actuar, junto a otros compañeros, ante un delito flagrante que observaron al cruzar por la capital de Chimborazo.

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Iban vestidos de civil, en un carro estatal, pero sin el logotipo de la institución. En ese momento estaban al servicio de la Dinased.

Una cámara en la zona captó parte del suceso. En las imágenes se ve cómo una persona camina por una vereda y frente a él se aproxima un sujeto para robarle. Forcejean por unos instantes en la vereda. Tras unos minutos aparecen unos policías de civil. El presunto ladrón identificado como Henry Brayan C. S., de 21 años, corre y detrás de él va uno de los agentes.

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Las versiones en torno al caso Santiago Olmedo

El resto de la historia se teje con versiones de las partes. La versión de la Fiscalía indica que ante la presencia policial, Henry Brayan C. S. huyó en precipitada carrera hacia la calle José María Roura, luego en dirección a la terminal terrestre intercantonal, pasó la calle Diego de Robles hasta llegar a la Pedro León Donoso. Era perseguido por Olmedo y otro agente a más de 200 metros de distancia.

El cabo de la Policía Santiago Olmedo fue sentenciado a tres años y cuatro meses de prisión. Foto: tomada de redes sociales.

Al llegar a la esquina de las calles Pedro León Donoso y José María Roura, Henry Brayan C. S. se subió a una motocicleta conducida por Diego Fabián M. S., quien fue el segundo fallecido. La Fiscalía refiere que en el lugar, Olmedo “utilizó su arma de dotación (a 200 metros de distancia) y disparó más de una decena de veces por la espalda a los ocupantes de la motocicleta”.

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Para la Fiscalía, se extralimitó en la ejecución de un acto de servicio, “sin observar ni considerar el uso progresivo o racional de la fuerza en los criterios necesidad y proporcionalidad”.

Olmedo tiene su versión de lo que sucedió tras llegar a una esquina luego de perseguir a Henry Brayan C. S. Dice que allí estaban otros dos individuos y lo que sucedió fue una “emboscada” en contra de su persona. Refiere que lo estaban esperando, pese a que pudieron huir en la moto.

“En ese momento me llevo la sorpresa que no es un solo delincuente, sino que son tres que de manera violenta realizan acciones simultáneas que ponen en peligro mi vida”, sostiene Olmedo.

¿Qué acciones fueron? El cabo indica que uno se le abalanzó con un cuchillo, otro en la moto hizo el gesto de llevar su mano a la cintura como tratando de coger un arma, y la tercera persona estaba diagonal a ellos con un arma de fuego. “Esas tres acciones ponen en peligro mi vida”, justifica para haber efectuado los disparos.

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Olmedo refuta la versión de la Fiscalía de que se realizaron una decena de tiros por la espalda, a 200 metros. “Tendría que ser un tirador experto para efectuar disparos a 200 metros y hacer tiros efectivos”, cuestiona.

Para él, la sentencia no es justa, pues considera que actuó en función del protocolo y la situación. Está indignado.

Olmedo refiere que se inclinó por esta carrera porque percibió que era una manera de servir a la ciudadanía.

Tiene una licenciatura en Ciencias de la Educación porque considera que esta actividad tiene mucho que ver con el trabajo por el bienestar y formación de los niños, adolescentes y la comunidad.

“Pero me ganó la voluntad de poder servir de manera directa y operativa a la ciudadanía, por esa razón me incliné por el servicio a través de la Policía Nacional”, sostiene Olmedo, quien lleva un grillete como parte de las medidas.

Pese al revés judicial que ha tenido y los gastos que esto ha significado, dice que mantiene firme su deseo de continuar sirviendo en las filas policiales. Su defensa ha anticipado que apelará. (I)