Bajo una intensa lluvia, con granizo incluido, en las rutas que conectan Quito con Cayambe y Tabacundo, la jornada 23 del paro nacional se vivió desde la entrada a Guayllabamba, donde un cierre militar obligó a que transportistas y conductores de vehículos privados y públicos se desvíen por el sector del aeropuerto Mariscal Sucre hasta llegar a la Y de Cusubamba.
En el trayecto, un intenso tráfico hacia El Quinche demoró hasta dos horas la llegada a Cayambe, cuando en días normales, de la capital hacia la tierra de los bizcochos, son máximo 45 minutos a una hora de viaje.
Desde Cusubamba hasta Cayambe, montículos de tierra, los restos de llantas quemadas y troncos de árboles gigantes estaban arrimados a los extremos de las vías, que se encontraban resguardadas por miembros de las Fuerzas Armadas.
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Pasando Cayambe, dos cierres viales se registraron sobre el puente del río San José, en el camino que conduce hacia Ibarra.
Allí, personas oriundas de la provincia de Imbabura llegaban en bicicletas y otros lo hacían caminando.
Rolando, comunero de San Pablo del Lago, en Otavalo, prefirió no dar su apellido, pero contó su travesía en bicicleta.
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“Trabajo en Cayambe y tuve la oportunidad de salir libre. Así en bicicleta me hago hora y media hasta Otavalo, pero por los cierres puede que sea más”, dijo el hombre.
Vestía una gorra negra, pantalón de tela gris y un buzo negro. Con su pie derecho en el asfalto y el izquierdo en el pedal, preguntó: “¿Hasta cuándo será todo esto?”.
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“El otro día cometí el error de avanzar hasta mi ciudad, igual en bicicleta. Pero de regreso casi que no me dejan pasar. Yo también soy pueblo, pero en tiempos de paro, nos desconocemos”, manifestó el ciudadano.
Luego de una breve conversación, Rolando abandonó el lugar con la misma incertidumbre de muchos y sin poder responder a tan delicada pregunta que todos, quienes pasaban por la arteria, se la hacían.
Mientras la gente libraba obstáculos para seguir su camino y cargaba las bicicletas sobre los montículos de tierra para poder pasar, una señora llamada Mariana Andrango, moradora de la comuna de Ayora, expresó su malestar ante la eliminación del subsidio al diésel.
“Estamos bastante afectados, sentimos que como personas estamos siendo vulnerados y por eso estamos aquí, en las calles, esperando que el gobierno nos dé una solución”, mencionó la mujer.
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Además, lamentó que esta decisión del Ejecutivo haya producido un incremento en los precios de los productos que brinda la tierra y se expenden en los mercados.
“Yo me dedico a las actividades de la casa y trabajo con mis vaquitas también, repartiendo leche. Los carros no entran, no llevan la leche y los balanceados para los animales están carísimos”, añadió Mariana.
Ella dijo que la eliminación del subsidio al combustible representa pérdidas de entre $ 300.00 y $ 400.00 quincenales por la venta del producto.
La afluencia de personas era constante en la zona. Estudiantes de colegios, niños menores de cinco años y comerciantes llegaban a Pichincha del mismo modo que todos.
Un padre de familia se encontraba parado frente a los montículos de tierra que obstaculizaban el paso. Él esperaba, pacientemente, la llegada de su hija, que trabajaba en Santa Clara y llegaba caminando.
“Estoy más de 45 minutos esperando que mi hija llegue caminando desde su trabajo. Me da temor que se regrese sola, vivimos en Cayambe, pero el tramo que debe recorrer todos los días es largo”, contó el hombre que no quiso identificarse.
La joven, en medio del paro nacional, no ha tenido más opción que salir caminando para no perder su trabajo, explicó su padre.
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La gente que pasaba aprovechaba la presencia de una señora que vendía salchipapas. “¡A dólar la salchipapa!”, gritaba.
Unos hacían una pequeña parada y seguían, o se encontraban con buses o camionetas de transporte público que los trasladaban hasta Cayambe.
“Estamos con unos compañeros dando servicio de transporte desde esta zona (Puente del Río San José, a las afueras de Cayambe). No somos abusivos, simplemente cobramos el pasaje que es $ 0,50 desde aquí hasta el centro de Cayambe”, comentó Darwin Andrango, transportista de una flota de la ciudad.
Él contó que mucha gente llega desde la parroquia de González Suárez, en Otavalo, y comúnmente siempre están atrasados a sus trabajos; ahí es cuando el servicio representa una ayuda para la población.
“Estamos en horas pico, sobre todo, podría ser desde las 06:00 hasta la tarde que los trabajadores salen de las fincas”, mencionó.
Darwin adjudicó que los problemas del transporte urbano no son de ahora, sino de varios años atrás, con la piratería, tanto que ya no es un medio que permita generar recursos para vivir.
“Es bastante inseguro seguir en este trabajo. Todos los males se han juntado. Nos han dicho que nos van a dar un subsidio, pero hasta ahora no ha llegado nada. Por eso estamos con el pueblo, expectantes de lo que digan las bases para nosotros actuar”, concluyó Andrango.
La vía Tabacundo - Cajas estaba cerrada desde el sector de Loma Gorda, por lo que llegar al redondel de El Cajas fue imposible. (I)