Pablo Noboa, padre del joven encontrado sin vida en un sector de Guápulo, en el centro norte de Quito, pidió prudencia para tratar el tema.

Afirmó en una carta, difundida este martes 29 de julio, que las múltiples versiones sobre la partida del joven surgen desde el impacto emocional, otras desde lo institucional, “pero muchas de ellas -por más bienintencionadas que sean- corren el riesgo de desviar la atención o invisibilizar un problema más profundo que nos afecta como sociedad”.

“Quiero compartir algo desde lo más íntimo de mi ser”, dijo Pablo, y detalló que su hijo le permitió seguir su rastro desde que fue dejado solo por sus amigos en una discoteca.

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Luego pudo reconstruir cada paso hasta el lugar donde lo hallaron sin vida.

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“No fueron las cámaras del ECU911, que no funcionan, ni la investigación policial asignada, que prefirió lo más fácil, las que me ayudaron. Fue mi fe, mi súplica como padre, la generosidad de personas que, conmovidas por mi desesperación, me permitieron acceder a grabaciones privadas”, apuntó el progenitor.

Según el relato de su tía Eli Vásquez, en la red social Facebook, Isaac estaba celebrando que consiguió trabajo y en su primer día laboral habría vendido un auto.

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De este modo, el padre logró reconstruir, bajo su perspectiva, los hechos y, gracias a evidencias, afirmó que su hijo fue brutalmente agredido -presuntamente- por “asaltantes vinculados a mafias que operan por el sector”.

“Este hecho está registrado en grabaciones privadas que, lejos de ser el inicio de una investigación seria, hoy se pretende invisibilizar y desviar la atención, como si las agresiones y el brutal asalto nunca hubieran ocurrido”, continuó Noboa.

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Él manifestó que la prudencia en estos momentos es un acto solidario y responsable para esclarecer el caso de Isaac, quien desapareció el viernes 25 de julio, después de salir de un club nocturno, y fue encontrado muerto el sábado 26 de julio por la noche.

El último contacto que tuvo la víctima fue con su madre, a quien le dijo que estaba de camino a casa, pero nunca llegó. Las innumerables alertas obligaron a una constante búsqueda que terminó en el hallazgo de su cuerpo en Guápulo.

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“Que el dolor de mi hijo sea una semilla de conciencia, un punto de partida para mirar de frente los problemas que nos tienen rotos como sociedad”, concluyó Noboa.

Actualmente, el caso se mantiene en investigación.

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Por su parte, moradores de Guápulo y La Floresta han indicado que los asaltos, extorsiones y amedrentamientos se han convertido en una constante en sus sectores. (I)