Gobiernos provinciales impulsan la terminación de la carretera Salcedo-Tena para unir por otra vía la Sierra centro con la Amazonía, pero el Gobierno sostiene que faltan estudios.
Lourdes Tibán, prefecta de Cotopaxi, mencionó que esa ruta tiene 60 kilómetros, por lo que faltan 48 kilómetros en una zona de montaña hacia Tena, en territorio de la provincia de Napo.
Sostuvo que los kilómetros faltantes se terminarían cuando el Gobierno declare de interés nacional a fin de que el Ministerio de Ambiente apruebe su viabilidad técnica.
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Según ella, eso está en trámite porque fue remitido a la Presidencia de la República.
Este Diario consultó sobre el tema al Ministerio de Ambiente y Energía, entidad que respondió que los proponentes del proyecto, prefecturas de Cotopaxi y Tena, no han iniciado el proceso de regularización ambiental en el Sistema Único de Información Ambiental (SUIA).
En consecuencia, a decir de esa cartera de Estado, no se cuenta con un estudio de impacto ambiental que, mediante una metodología validada de evaluación de impactos ambientales (EIA), determine los impactos socioambientales positivos y negativos del proyecto a lo largo de su ciclo de vida, es decir, construcción, operación, mantenimiento, cierre y abandono.
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“Sin el diseño definitivo del proyecto, su trazado exacto, métodos constructivos, áreas de influencia, línea base y demás particularidades, esta cartera de Estado no puede emitir un pronunciamiento técnico sobre los posibles impactos ambientales”, indicó en un correo electrónico.
Tibán indicó que, en caso de que haya esa autorización estatal, el Gobierno debería hacerse cargo; pero, si hubiese la viabilidad técnica, la Mancomunidad de Prefectos de la Zona Centro está dispuesta a poner la maquinaria.
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Para organizaciones locales e internacionales, la construcción tendría impactos irreversibles sobre los ecosistemas del parque nacional Llanganates, una de las áreas más biodiversas del país.
Aducen que el trazado recorrería cerca de 80 kilómetros dentro del parque, núcleo del corredor ecológico Llanganates-Sangay, esencial para la conectividad entre los Andes y la Amazonía.
Además, que la vía provocaría la pérdida de más de 400 hectáreas de bosque nativo, la fragmentación de 6.300 hectáreas adicionales y la alteración de lagunas y humedales que abastecen de agua a más de 200.000 personas y diez sistemas de riego en Cotopaxi, Tungurahua y Napo.
Ese ministerio anunció que, una vez que los proponentes inicien el proceso y se presente el estudio de impacto ambiental conforme a la normativa vigente, se contará con información técnica suficiente para su evaluación y para ponerla a disposición de la ciudadanía a través de los mecanismos de participación correspondientes. (I)
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