‘Nadie quiere venir, tienen miedo de que exista otro deslave’: un año después del aluvión en La Comuna y La Gasca, persiste temor de habitantes

El silencio que se vive en las calles de La Comuna de Santa Clara de San Millán y La Gasca se interrumpe con el sonido de los motores de los vehículos que transitan por estas calles del centro norte de Quito.

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Cuando no pasan automotores, no se escucha nada más, la calma es única. Nada volvió a ser igual desde la tarde de aquel 31 de enero de 2022, cuando un estruendo avisó de un aluvión que se llevó todo consigo.

Un año después, en el epicentro de aquel desastre natural, en una cancha de ecuavóley, cuelgan dos pancartas grandes con los rostros de 27 de las 29 víctimas mortales.

Bajo una de ellas, varios ramos de flores se arruman y pintan de color la zona que en su mayoría se mantiene con un tono gris.

La construcción de una bodega y camerinos para los deportistas tiene carteles de suspensión de obra emitida por la Agencia Metropolitana de Control del Municipio de Quito.

En la arena de lo que fue el piso de la cancha se mantienen enterrados varios ladrillos. De la emoción que se vivía allí en cada partido solo quedó el recuerdo.

‘El barrio no se ha recuperado, la gente tiene temor. Antes había más trabajo, algunos se fueron’

Al pie de la cancha, bajo una montaña que conecta al barrio por un rústico sendero, todavía se conservan varias retroexcavadoras que resistieron la fuerza del aluvión y no se movieron.

Una de estas máquinas está sobre el terreno que recibió la mayor parte del material arrastrado por la quebraja El Tejado.

Varias de las construcciones todavía mantienen planchas metálicas que esconden el proceso de reconstrucción. La obra gris es un patrón en la vista desde la montaña.

Manuel Orosco, dueño de un taller de carpintería en el sector, señaló que la cancha fue construida en una invasión, es decir, en un predio tomado por el grupo de amigos que decidió usar un terreno baldío.

Sin embargo, el dueño de aquel lote habría aparecido, por ello, la construcción se suspendió.

“Ya no volvió a ser como antes, lo que sí, hay gente que no acepta que eso fue una desgracia y que respete que la gente falleció ahí. Hay unas personas que quieren vivir de lo que vivían antes, del vóley, y se aferran a que todavía exista la cancha. Los fines de semana nomás hacen el deporte, antes esto era mucho más, eran familias completas, ventas y se hacían programas, había mucha gente, ahora es el 10 % de lo que era antes”, relató el carpintero.

El Municipio capitalino informó que este 26 de enero realizaron un sobrevuelo en helicóptero con las autoridades de la comuna Santa Clara de San Millán para verificar el estado de la quebrada El Tejado y las aledañas.

Esto, para indicar el trabajo de limpieza que realizan en estos lugares.

También anunciaron que se entregará ayuda para las viudas y demás mujeres que perdieron familiares durante el aluvión.

Esto, adicional a la ayuda en enseres, electrodomésticos y en construcción que anunciaron que fue entregada.

El aluvión fundió a La Comuna y a La Gasca, dos barrios de Quito con realidades y orígenes distintos

Sin embargo, aparecen historias como la de Néstor Cochambay, quien aseguró que solo recibió cuatro quintales de cemento, nada más.

Él tuvo que invertir cerca de $ 8.000 para reconstruir el departamento que terminó completamente destruido, pues su vivienda se encuentra en la calle José Berrutieta, justo por donde desembocó la quebrada El Tejado y llevó consigo el aluvión.

También reconoció que recibieron una refrigeradora, lavadora y cocina.

Pero la reconstrucción del departamento dijo que corrió por su cuenta.

Tuvieron que volver a edificar paredes, colocar baldosas, pintar las paredes, cambiar la puerta, entre otras adecuaciones. Ahora, el otro problema es que no quieren arrendar.

“Nadie quiere venir, tienen miedo de que exista otro deslave y no arriendan, ya está un año botado. No se arriesgan, tienen miedo todavía”, enfatizó.

Así, un año después de la catástrofe, el barrio La Comuna de Santa Clara de San Millán no ha logrado reponerse por completo.

Para algunos moradores es como si no hubiesen pasado doce meses, porque todavía mantienen las escenas de horror muy presentes en su memoria. (I)