Los pitidos de los respiradores artificiales y los sonidos de las alarmas de los otros equipos suenan cada segundo, cada minuto, cada hora, todo el día y se mezclan con ese inhalar y exhalar, como si fuese el último suspiro, de los tubos conectados a las máquinas. En medio de eso, personal médico maniobra, vigila, se pone en alerta y hace de todo para salvar más vidas. Es el ambiente de una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de COVID-19, el área a la que llegan los pacientes más graves o complicados.