Cayó la noche en la capital y el frío no importó. El camino estaba marcado en este feriado: conocer el festival de luces Quito, Luz de América o, como lo nombraron en campañas, el mapping por el centro histórico.

El escenario no era el mejor. Ráfagas de viento y presagio de lluvia buscaban arruinar la fiesta de cientos de personas que se volcaron hasta los parques La Alameda y La Carolina, las iglesias de la Basílica del Voto Nacional, de San Francisco y de Santo Domingo y el Teatro Nacional Sucre.

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En estos seis puntos, equipos de alta tecnología proyectaron imágenes del Quito antiguo y leyendas que, en algún momento, se hicieron famosas por sus relatos.

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Todo empezó a las 19:00. La noche escogida fue la de este sábado, 9 de agosto. La gente abordó el servicio de transporte público, tal como recomendaron desde la organización.

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Sin embargo, ante la convocatoria, cerca de la plaza San Francisco se podían divisar columnas de personas caminando una pegada a la otra, con pequeños pasos y la ilusión intacta de ver iluminada la tradicional iglesia de San Francisco, dueña de tantas historias como la del indígena Cantuña y su pacto con el diablo.

Familias enteras se acercaron para disfrutar del evento. Foto: Alejandro Ortiz

La aglomeración se hizo presente. Avenidas como la Sebastián de Benalcázar y la Simón Bolívar dejaron de ser vehiculares para convertirse en peatonales de principio a fin. A lo lejos, niños se acercaban encima de los hombros de sus padres, adultos mayores caminaban sin descanso y hasta personas de la tercera edad no querían perderse el espectáculo.

Más de uno sacó su teléfono e inmortalizó la segunda parada del mapping. Imágenes de la leyenda del padre Almeida escapando por la escultura de Jesucristo crucificado y, al final, la famosa frase “Hasta la vuelta, Señor”, hicieron alusión a las andanzas de este curioso sacerdote y a la pregunta que le hacía Jesús todas las noches: “¿Hasta cuándo, padre Almeida?”. Todo se observó en un juego de luces que puso color a las paredes de la iglesia.

La noche avanzaba. Cerca de las 22:00, la gente no se cansaba y quería ver más. Es el caso de Michael Barre, un joven que se acercó con su familia y, a pesar de haberse desplazado desde Calderón, añadió que este tipo de actividades permiten que el centro histórico se reactive.

“Es una iniciativa increíble, me encantan este tipo de festivales. Quito es hermoso. Vengo con mis hermanos y compartir esto es una experiencia maravillosa”, sostuvo.

La leyenda del padre Almeida se representó en esta iglesia tradicional de la capital. Foto: Alejandro Ortiz

La siguiente estación fue la plaza de Santo Domingo. La calle Sucre marcó el camino y grandes rótulos que rezaban “Siguiente experiencia mapping: Santo Domingo” permitían que la gente se ubicara en qué sector del centro se encontraba.

Era fácil observar cómo las personas se preparaban para la caminata, que no toma más de cinco a ocho minutos en un día normal, pero que en el evento se convirtió en media hora o hasta 45 minutos para llegar a la siguiente estación.

“Esto es como la guerra”, exclamaban algunos ciudadanos, mientras guardaban sus celulares en bolsillos seguros y resguardaban sus carteras con el dinero para evitar contratiempos. Las previsiones de seguridad crecieron, a pesar de las risas, el calor humano y el gran comercio que se divisaba.

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En la iglesia de Santo Domingo, el gallito de la Catedral apareció. Con una gama de colores que representan a Quito, el personaje de esta leyenda se paseó por cada ventanal y, de fondo, la famosa catedral se mostró imponente con sus cúpulas verdes y blancas.

Allí Priscila Chiliquinga disfrutaba con sus hermanos de la vista. Lentamente nos acercamos y, emocionada, no se negó a una entrevista. Habló del evento y de la organización que, para ella, no era la mejor, aunque se mostró entusiasmada ante las edificaciones y el armado de las imágenes.

“Creo que la organización me parece un poco extraña, bastante aglomeración de gente, pero igualmente he visto muchos agentes de tránsito, principalmente para guiar a las personas”, mencionó Priscila.

En los murales se mostraron las cúpulas de la Catedral. Foto: Alejandro Ortiz

Dos estaciones más restaban para completar la travesía. El cielo de Quito fue cambiando de color a un oscuro más pronunciado, las nubes empezaron a cargarse de agua y los ponchos, paraguas, capuchas, periódicos y cualquier instrumento que pudiera cubrir del aguacero fueron parte del panorama.

Con varios obstáculos encima, y con pasos un tanto más ligeros, la multitud llegó hasta el Teatro Nacional Sucre. Allí la leyenda de la casa 1028 narró la historia de Bella Aurora, una joven que fue atacada sin razón alguna por un toro que se escapó de la plaza de la Independencia y la asesinó en su morada.

En esta parte, todos quedaron impresionados. Incluso Alejandro Sanguano, quien se acercó en Ecovía y pudo disfrutar y recordar las leyendas del pasado.

“Voy tres puntos y me ha parecido muy interesante. Se ve divertido para pasar en familia. Lo que sí es que existe la presencia de demasiada gente y por ahí uno se complica, pero también hay que saber adaptarse”, mencionó Sanguano.

En el Teatro Nacional Sucre mostraron a Bella Aurora y su asesino, un toro de la plaza de la Independencia. Foto: Alejandro Ortiz

A la Basílica del Voto Nacional mucha gente no logró llegar sino empapada; por ello, fueron escasos los minutos que permanecieron allí antes de correr hacia las estaciones cercanas del Metro de Quito, que tuvo que ampliar sus horarios por el tumulto de turistas que ingresaron.

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El mapping o festival de luces se mantendrá hasta este domingo, 10 de agosto, en el mismo horario, de 19:00 a 23:00. Las personas que no lograron acercarse entre el viernes y el sábado tendrán un día más para gozar de este evento en el centro histórico de Quito. (I)