Entre carpas, una tarima, aroma a café y una gran presencia de quiteños, quiteñas y extranjeros, se realizó la Expo Café Quito 2025.
Esta sería la primera exposición con esta temática, al lograr reunir la experiencia de caficultores del Chocó Andino, quienes han dedicado su vida a cultivar, cosechar y producir granos de café.
Muchos de ellos exportan su producto a otros países, pero en Ecuador poco se conocía de su gran desempeño y resistencia en la reserva ubicada en el noroccidente de Quito.
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Máquinas de café, fundas con grados de catación y vasos con diseños ingeniosos dieron vida por varias horas al sector de la Mariscal.
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En una esquina, cobijada bajo una gigantografía que rezaba “El Chocó Andino está presente”, estaba Lorena Rogil, del café Perla Negra, caficultora experta que ha llevado el legado de sus padres desde 2007 y que sintió que, por primera vez, se está valorando el arte del café.
“Las personas te piden café de especialidad. Cada vez más vamos conociendo y valorando lo que es tomarse un buen café”, contó Lorena.
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Sus padres iniciaron la siembra en 2007 y desde entonces la historia del producto ha crecido.
“Somos una familia caficultora. Mis padres iniciaron esto en 2007 con mejoramiento genético, con las primeras plantas de sidra sembradas en Perla Negra”, añadió.
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Lorena asegura que no solo es tomar una taza de café, es beber una historia.
“El 15 de septiembre nos condecoraron en Francia con una medalla gourmet, premios a nivel mundial. Incluso la embajadora de Francia nos otorgó la medalla”, manifestó.
Con entusiasmo posó junto con su madre —de saco gris y blusa roja— orgullosa de su profesión.
Perla Negra lo pusieron en honor a su finca que lleva el mismo nombre, donde sus padres han dedicado su vida a cultivar este grano tradicional.
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Al ritmo de la banda ecuatoriana Los Chaucha Kings, Micaela Olmedo, de la organización Río Intag, contó que la verdadera esencia del movimiento nació para combatir la minería ilegal.
“Llevamos 17 años en el mercado como asociación. Lo que hacemos es garantizar un precio justo para caficultores y proveedores. Mediante pruebas especializadas estudiamos el grano y, una vez cultivado, nos encargamos del tueste, la prueba de taza y nos convertimos en proveedores directos”, explicó.
El café, en fundas con el logo de un tucán endémico, tiene características arábigas: es un café de altura, cultivado a 1.800 y 2.100 m s. n. m., según Olmedo.
“Trabajamos con más de 150 familias, siendo una fuente de ingreso para Intag. Las bolsas de yute donde se vende el café son elaboradas por las mujeres de la zona”, agregó.
En un pequeño estand, con una cafetera, se colaba el café de olor penetrante que llamaba a más de uno a degustar. La organización produce 50 quintales mensuales y exporta a países como Japón, Estados Unidos y Alemania.
Miguel Alcívar, asistente a la feria, levantó su vaso de café; al primer sorbo sonrió satisfecho.
“Lo importante es que la gente conozca el trabajo de estas personas. Esta bebida no falta en casa y nos encanta. Este tipo de actividades son maravillosas y deben mantenerse”, dijo.
Caminando entre estands, con dos vasos distintos en cada mano, Vanessa Cifuentes destacó la importancia de reactivar la economía en Quito.
“Tenemos tantas cafeterías y emprendedores que no conocemos. Estos espacios sirven para eso: para descubrir sus obras de arte”, manifestó.
La Expo Café Quito 2025 culminó a las 18:30 con una presentación denominada Coffee Party a cargo de la DJ Verónica Noboa.
El premio al Barista Quiteño 2025 fue para Ronald Lagos, quien celebró emocionado: “El café cambia la vida de las personas, y yo soy uno de los afortunados”. (I)