Elena Paucar junto con vecinos lidiaban con el incremento del nivel de agua que dejaba la lluvia. Con cuatro personas estaban tratando de que el agua no se desviara y dañara la calle, cuando escucharon una especie de explosión. Fue segundos previos al aluvión que se registró la tarde del lunes 6 de junio, en el sur de Quito.
“El susto fue terrible. Todos los vecinos escucharon; pensamos que era una bomba o que explotó el cerro para arriba”, dijo la moradora del barrio Manuelita Sáenz.
Publicidad
Ella explicó que el sonido se produjo por el choque del agua con dos piedras grandes, que produjeron un fuerte estruendo, antes de la bajada del flujo de lodo.
Horas antes se había registrado una intensa lluvia en toda la ciudad; en el sur y centro estuvo acompañada de granizo. “Nosotras (dos mujeres) empezamos a chillar para que la gente salga, y me fui a sacarle de la casa a mi mamá, que es de la tercera edad”, agregó Elena. Hoy todos los vecinos colaboraron en los trabajos de limpieza.
Publicidad
La Secretaría de Seguridad del Municipio de Quito informó que tres casas fueron afectadas; también hay muros dañados. Además, 31 personas fueron evacuadas de la zona de riesgo como medida de prevención, ante la posible caída de mayor flujo de lodo.
Por aluvión en el sur de Quito, 31 personas fueron evacuadas como medida preventiva
Esta semana, las lluvias se mantendrán con intensidad, según el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), en especial el martes 7 y miércoles 8 de junio.
Ante esto, los organismos de respuesta ante emergencias, como el Cuerpo de Bomberos Quito (CBQ) y la Dirección Metropolitana de Riesgos, destinaron personal desde la tarde de ayer. Realizarán sobrevuelos con drones para verificar la estabilidad del talud y determinarán las acciones por tomar, para evitar otro deslizamiento de lodo, detalló Gabriel Morocho, funcionario público.
María Dolores Toapanta vive desde hace 45 años en el lugar. Ella comentó que antes ya había existido un deslizamiento de tierra, pero que no fue como este último. “Era una cosa terrible; lo que reventó y bajó era terrible, como si se hubiera derrumbado la pared”, añadió.
Mientras el aluvión bajaba de la montaña, ella comentó que corrió a sacar de la casa a sus niños para ponerlos en un lugar seguro.
La moradora también alertó de que su padre era quien distribuía el agua para los vecinos, antes de que la Epmaps llegara a este barrio. “Ahí había muchos ojos de agua, que ahora también tenemos”, expresó, refiriéndose al agua represada en sitios de la montaña.
José Ignacio Caillagua coincidió con el relato de María Dolores. Él recuerda que ya hubo una especie de aluvión años atrás, pero sin mayor intensidad. Pero sobre el de esta vez dijo: “El aguacero era tremendísimo. El agua pasaba como un río; nos dio mucho miedo. Lo único que me tocaba era pedir a Dios que no pase nada”, enfatizó, y agregó que no podía acercarse a ayudar en ese momento porque podía pasarle algo peor, por la fuerza del agua.
Alan Zamorano tiene un restaurante, piscina y sala de recepciones que quedaron afectados por el aluvión. La piscina quedó cubierta por el lodo. Todavía no sabe la afectación completa que tuvo su sitio turístico, pues tiene que verificar cómo están las tuberías.
“El granizo empezó pasado el mediodía. Yo no estaba en la casa, pero mi hermano me comentó que sonó como una explosión fuerte”, acotó. Ahora debe esperar a que se termine la limpieza y ver la ayuda que le puedan brindar para reactivar su proyecto. (I)