Con la llegada del COVID-19 a Ecuador, el panorama se oscureció más para los pacientes renales. Las restricciones de movilización, falta de personal médico y el miedo a contagiarse del virus obligó a muchas personas a quedarse en sus casas y no someterse a las diálisis.

Más de 400 pacientes renales fallecieron desde mediados de marzo hasta mayo. Varios se contagiaron del virus. Sin embargo, el COVID-19 está lejos de ser controlado. Los pacientes renales siguen siendo población vulnerable frente al coronavirus y el miedo al contagio está latente.

Los mejores prospectos de vacuna estarían listos para su uso a finales de este año probablemente y la llegada de estos medicamentos al país tiene fecha incierta. ¿Qué alternativa tienen los pacientes renales?

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En el país, la mayoría de personas optan por la hemodiálisis. Este tratamiento obliga al paciente a ir a un centro tres veces por semana. Cada sesión dura entre tres y cuatro horas.

Sin embargo, pueden optar por la diálisis peritoneal (DP). Una terapia que se puede realizar en casa y evitar traslados innecesarios a los centros de salud, posibles focos de contagio.

Existen dos tipos de DP. La ambulatoria continua que consiste en llenar el abdomen de líquido y luego se sigue con la rutina diaria hasta que es momento de drenar el líquido. La persona no está conectada a nada durante el periodo de permanencia (4 y 6 horas, 3 a 4 intercambios al día) y no necesita una máquina. Se usa la gravedad para drenar el líquido.

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Imágenes: Cortesía Centro de Cuidados Renales Baxter

En cambio, en la de ciclo continuo o automatizada la persona está conectada a una máquina por la noche mientras duerme de 10 a 12 horas.

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Para los dos métodos se inserta, en un quirófano, un catéter en la cavidad abdominal del paciente justo en la membrana llamada peritoneo. Además, las sesiones de diálisis se realizan todos los días.

“La diálisis peritoneal (automatizada) en casa tiene resultados comparables a los tratamientos en los centros renales, con una ventaja adicional: el paciente puede desarrollar normalmente cada una de sus actividades diarias, como el teletrabajo o estudios virtuales durante el día”, dice Rómulo Tapia, director médico nacional del Centro de Cuidados Renales Baxter Quito.

El experto asegura que con todos los suministros en casa y el adecuado entrenamiento se puede acceder fácilmente a esta opción frente a la actual crisis sanitaria.

“En Baxter tenemos una máquina que nos permite realizar un seguimiento remoto. Saber si el paciente se hizo o no la diálisis, si hubo dificultades. Usamos una plataforma digital, a través del sistema Claria Sharesource, que permite a los profesionales de la salud monitorear remotamente el tratamiento de cada uno de los pacientes”, indica.

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Existen 15 000 pacientes en todo el país en terapias de diálisis. De este total, apenas el 8 % está en diálisis peritoneal, según el especialista. Este porcentaje es menor al promedio de América Latina (12 %).

Según la Organización Mundial de la Salud, al menos el 20 % del total de pacientes en diálisis debe estar en el procedimiento peritoneal en un país. Lo ideal es el 40 %.

“En Guayaquil hay cinco mil pacientes en hemodiálisis, el 11 % falleció en medio de la pandemia, pero en los que están en diálisis peritoneal la mortalidad solo llegó al 2,8 %”, dice Tapia.

La máquina solo necesita que en el sector donde estará haya señal de telefonía móvil para poder transmitir los datos.

Para la nefróloga Guillermina Blum la ventaja de la diálisis peritoneal es que se puede implementar en “casi cualquier” sector del país. Aunque reconoce que el paciente debe tener una excelente asepsia.

Dice que este tratamiento es excelente para pacientes renales con problemas cardiacos serios, hepáticos, jóvenes, niños y los que tienen dificultad de movilización.

La desventaja es que necesitamos que en la casa del paciente destine una habitación, puede ser su dormitorio, para las diálisis y adaptar un lavabo cerca para lavarse constantemente las manos. Además, estas diálisis se realizan de lunes a domingo. Sin embargo, esta es más fisiológica, es decir, comemos y por ahí mismo vamos dializando, y es igual de buena que la hemodiálisis”, afirma.

Alberto Guerrero, tiene 70 años. Él empezó con la diálisis peritoneal continua hace cuatro años. Asegura que en este tiempo “no ha tenido ningún problema” en el manejo de la máquina: “Este sistema es más cómodo, todo lo programan de forma remota. Yo estoy conectado 11 horas por la noche, empiezo a las 20:00”.

Guerrero dice que con este procedimiento no ha tenido que salir de su casa en estos meses de cuarentena, por lo que ha disminuido el riesgo de contagiarse del COVID-19. “Todo este tiempo he pasado encerrado. Los insumos (líquidos para la diálisis) los traen. No me muevo”, dice.

Este tipo de tratamiento se realiza a través del Ministerio de Salud Pública y del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Sin embargo, su aplicación entre los pacientes renales todavía no es muy alto, afirma Tapia.

Compromiso familiar y disciplina

En el sistema de diálisis peritoneal de ciclo continuo normalmente se entrena en el manejo de la máquina al paciente y a un familiar. Esto se debe a que el paciente renal puede ser afectado por otras patologías y no podrá hacerse la diálisis solo.

“En este procedimiento se involucra a la familia. El nefrólogo debe analizar muy bien el contexto familiar antes de aplicar este método, porque si el paciente vive solo no habrá quién lo ayude”, afirma Blum.

Además, la higiene es muy importante porque si no se aplica bien el tratamiento, surgirían complicaciones infecciosas: “Se acepta una infección al año en pacientes con diálisis peritoneal, pero si todos los meses presenta una, el peritoneo pierde capacidad de ultrafiltración y ya no sirve. Además habrá dolores fuertes porque se produce una peritonitis”, añade la experta. (I)