El decreto 486 de julio del 2007 abrió las puertas a una actividad que sabíamos que se realizaba porque la prohibición no paró la captura de tiburones sino que la volvió clandestina. El problema, cuando no se reconoce que hay pesca dirigida y se agrupa a todos los tiburones en un saco y los llama pesca incidental, es que se desvía la responsabilidad sobre el recurso.