La joven activista sueca Greta Thunberg descubrió el impacto del cambio climático a una temprana edad y logró sumar a miles de personas a su causa, generando tanto esperanza como ciertas críticas sobre su figura.

En menos de un año, la humilde "huelga por el clima" de esta adolescente, actualmente de 16 años, se convirtió en un movimiento mundial y ha hecho que su nombres suene como candidata para el Premio Nobel de la Paz de 2019.

De momento, está en Nueva York para participar en la Cumbre de la ONU sobre Acción Climática del próximo 23 de septiembre. Y como su estricta ética ecologista no le permite volar en avión, cruzó el océano Atlántico a bordo de un velero que en teoría no emite carbono.

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Su combate comenzó en agosto del año pasado, cuando empezó a faltar a clase los viernes para apostarse a las puertas del Parlamento sueco con un cartel y la consigna "Huelga escolar por el clima".

Suecia, un país poco habituado a las huelgas, estaba entonces inmersa en la campaña electoral para las legislativas, y los medios no prestaron mucha atención al mensaje de Thunberg.

Desde entonces, la adolescente, con sus dos largas trenzas características, continuó su protesta semanal con diligencia hasta su graduación.

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"Planeo continuar hasta que Suecia se conforme al Acuerdo de París sobre el clima, y eso puede llevar un tiempo", dijo a finales de 2018.

Su combate, bautizado "Fridays For Future" (Viernes por el Planeta) se expandió después por todos los continentes, y miles de jóvenes activistas celebraron sus propias protestas. Thunberg dio discursos ante líderes mundiales y fue portada de revistas como Time y Vogue, no sin generar ciertas críticas.

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"No están obligados a escucharnos, después de todo solo somos niños", ironizó durante un discurso ante el Parlamento francés en julio, en respuesta a quienes ponían en duda su legitimidad para encarnar el combate contra el cambio climático, que la tacharon de "profetisa en pantalones cortos" y "Justin Bieber de la ecología".

"Hay gente que dice que la crisis climática es algo que hemos creado todos. Pero si todo el mundo es culpable, nadie es responsable. Y claro que hay responsables: empresas y personas que sabían las cosas tan valiosas que estaban sacrificando a cambio de acumular riqueza. Creo que muchos de ustedes, de los que están aquí hoy, forman parte de ese grupo", Greta Thunberg durante el Foro de Davos del pasado marzo pasado.

Una familia concienciada 

A Greta Thunberg le llegó el interés por el cambio climático en la escuela, cuando tenía "ocho o nueve años".

"Mis profesores me dijeron que debía ahorrar papel y apagar las luces. Les pregunté por qué y me dijeron que porque había algo llamado cambio climático y calentamiento global, provocado por los humanos", contó Thunberg.

Se trataba de un concepto desconocido para Thunberg, quien creyó que, si eso era cierto, la gente "no debería estar hablando de otra cosa".

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Entonces dejó de comer carne, beber leche y comprar cosas nuevas, a no ser que fuera "absolutamente necesario".

Toda la familia de la joven, que vive en un espacioso y acogedor apartamento en el centro de Estocolmo, se adaptó a su nuevo estilo de vida.

Su madre, Malena Ernman, una cantante de ópera que solía viajar por todo el mundo, dejó de tomar aviones y ya solo actúa en los países nórdicos.

Ernman, el padre de Greta, Svante Thunberg -un actor reconvertido en productor-, y su hermana pequeña, Beata, fueron conscientes de lo mucho que le atormentaba la cuestión climática cuando, con 11 años, cayó en depresión.

La adolescente dejó de comer, empezó a faltar a clase e incluso dejó de hablar.

A los 12 años, se le diagnosticó síndrome Asperger, un trastorno del espectro autista. "Mi cerebro funciona un poco diferente, así que veo el mundo desde otra perspectiva", explicó Thunberg.

"Soy muy directa, digo las cosas como son y cuando decido hacer algo, lo hago sin dudar", añadió, considerando que su diagnóstico es una fortaleza.

La activista, que terminó la educación secundaria obligatoria en junio, tuvo que seguir sus estudios desde el extranjero debido a sus numerosos viajes. Pero eso no le impidió obtener las mejores notas en todas las asignaturas, salvo educación física y economía del hogar.

"Si no hubiera hecho huelga y viajado tanto, habría tenido la mejor nota en todas las asignaturas", declaró al periódico Dagens Nyheter en junio.

"Pero mereció la pena", aseguró.

A finales de mayo, anunció que se tomaría un año sabático para viajar a América para una serie de encuentros sobre cambio climático a lo largo de varios meses. 

"Tenemos que aprovechar para actuar ahora porque dentro de un año podría ser demasiado tarde", alertó en diciembre.

Una tela con la cara de Greta Thunberg en una protesta en Turquía.

Éxito en Estados Unidos y en el mundo

Desde que arribó a Estados Unidos el pasado 28 de agosto, Thunberg han multiplicado su exposición en medios y escenarios políticos.

Se ha reunido con diferentes líderes como el expresidente Barack Obama, quien luego de la cita escribió en Twitter: "Greta Thunberg ya es una de las grandes defensoras de nuestro planeta".

Obama, quien introdujo a Estados Unidos en el Acuerdo de París -pero Donald Trump, escéptico del cambio climático, lo sacó-, ha dicho que ella no tiene medio de generar presión para lograr los cambios necesarios, pues su generación es la tendrá que cargar con el problema generado por las anteriores.

También tuvo la oportunidad de hablar en el Congreso de Estados Unidos, donde aún hay varios políticos que no creen en el cambio climático, esta semana.

"Les entrego este informe a modo de testimonio porque no quiero que me escuchen a mí. Quiero que escuchen a los científicos. Quiero que se unan detrás de la ciencia y quiero que tomen acciones", dijo la joven en una sesión del comité que se encarga de esta temática en la Cámara de Representantes (cámara baja del Parlamento)

En esa cita dejó en el Congreso un documento realizado por el Panel Intergubernamental Sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas, que llama a tomar medidas para reducir la temperatura de la Tierra.

Este viernes centenas de miles de personas alrededor del mundo han tomado su llamado para protestar por más acciones contra el cambio climático. Los actos se han replicado en ciudades de varios continentes, aunque en Nueva York las autoridades dijeron que los profesores no podían llevar a sus alumnos a este tipo de actos para mantener la 'neutralidad' educativa. (I)