El río que pasa junto a la casa de Helton se volvió marrón el sábado. Algunos peces comenzaron a morir, trayendo hasta su puerta el rastro de una tragedia que a él ya le había arrancado algo peor. Su mujer y su hermana trabajaban en el comedor de empleados de Vale en la mina Córrego do Feijao, sepultado el viernes por la marea de lodo que arrasó esta zona del sudeste de Brasil.