Carmen Medina siente coraje e indignación por los tres años que, según dice, el gobierno de Rafael Correa le hizo perder a su familia. Vivía en España y a mediados del 2015 llegó de visita a Ecuador con su esposo, Fausto Lozano, y sus dos hijos de entonces 2 y 12 años, pero no pudieron retornar.

La pareja y el menor de sus hijos perdieron la residencia española; el mayor, que es español, sus estudios; y la familia, los recursos ahorrados en los 15 años de estancia en Europa.

“Pensábamos regresar, pero lamentablemente no se hizo realidad”, lamenta Medina. Ella y Lozano son parte de los ‘29 de Saraguro’, que el 17 de agosto de 2015 fueron detenidos porque supuestamente paralizaron los servicios públicos en una manifestación indígena en Loja.

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De los 29 detenidos y procesados, 12 fueron sobreseídos, otros 12 declarados inocentes en junio pasado en la Corte Provincial de Loja, y los últimos cinco fueron absueltos por la Corte Nacional de Justicia, en Quito, el pasado 7 de agosto.

Clara y Fabián permanecieron en prisión 16 días, y luego fueron liberados con medidas sustitutivas.

Lozano relata que ese día intentaron viajar a Zamora Chinchipe para hacer un negocio.

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Cuenta que mientras esperaban que despejaran la vía, su esposa se percató de que una adulta mayor era agredida por uniformados y por defenderla la detuvieron; y a él, por interceder, también lo apresaron.

Sus hijos quedaron en el vehículo, solos, y no supieron de ellos varios días después, en la cárcel de Loja. “Es lo que más me duele, es por lo que siento rabia, porque ninguna autoridad nos preguntó si somos pareja, si tenemos hijos, de qué edad son, porque mi hijo quedó de dos años, nunca investigaron si teníamos familia, de dónde veníamos...”, sostiene Medina.

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Por sus hijos están decididos a demandar al Estado. “Porque Saraguro es un pueblo digno”.

Con él concuerdan Teresa Cango, Amable Angamarca y Asunción Zhunaula. Este último aclara que no es por venganza, sino “porque fuimos (declarados) inocentes; vamos a seguir adelante, con la lucha”.

Cango responsabiliza directamente al expresidente Correa del caso y es quien debería resarcir el perjuicio.

Hernán Ulloa, abogado, explica que las demandas contra el Estado duran mucho tiempo, pero que es un derecho que les asiste a las víctimas.

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Otro problema que esperan resolver los ‘29 de Saraguro’ es el registro de antecedentes penales. Pese a que fueron declarados inocentes, en el sistema de la Policía constan como implicados en presuntos delitos.

“Así es la justicia, cuando te agarran te fichan y ese registro queda hasta que tengas la sentencia ejecutoriada; pero no se elimina automáticamente, tienes que hacer el trámite en Quito, llevar copias, certificados, esperar verificaciones, y después de un tortuoso petitorio, recién te levantan la detención del sistema”, dice Ulloa.

Teresa Cango: Aprendí que debemos luchar

(SARAGURO, Loja. Teresa Cango sostiene que la declaratoria de inocencia terminó con una pesadilla de tres años)

Teresa Cango dice que el 17 de agosto de 2015 es un día que nunca se borrará de su mente. Cree que estuvo a punto de morir asfixiada, solo, según ella, por estar de espectadora de la manifestación indígena y ser solidaria con otra mujer.

“Me echaron gas en la cara, y no pude ver cómo me llevaron al bus; perdí mi prótesis dental, me dañaron la ropa, hicieron lo que ellos quisieron; yo decía a la policía ‘ abra la ventana porque me asfixio’, al mismo tiempo pensaba en mis hijos, y tenía que ponerme fuerte por ellos...”, sostiene Cango.

Recuerda que los uniformados golpearon a una mujer embarazada y que no le permitieron defenderla.

Pese a lo sufrido, dice Cango, aprendió una lección de vida que trata de transmitir a los demás. “Aprendí que debemos luchar por algo bueno, entendí que esa lucha no solo fue para mí, ni para los que estuvimos en la cárcel, sino para todo el Ecuador...”.

La declaratoria de inocencia de los últimos cinco procesados es motivo de celebración, manifiesta Cango. “Vamos a celebrar este triunfo...”.

Asunción Zhunaula: Completemos los 30 detenidos, oí

(SARAGURO, Loja. Asunción Zhunaula asegura que en el juicio hubo falsos testimonios de policías)

Un día antes de ser detenido, Asunción Zhunaula había disfrutado del campeonato de vóley en que participó uno de sus hijos, sin saber que días después no lo volvería a ver más.

Zhunaula cuenta que al sexto día de estar encarcelado por la protesta indígena se enteró de que su vástago perdió la vida en un accidente de tránsito. “Eso fue más pesado para mí; porque quién me devuelve a mi hijo”.

Recuerda que las autoridades le permitieron salir de prisión para acudir a la morgue de Loja y ver por última vez a su hijo, pero resguardado por decenas de policías. “De tanto insistir, me llevaron a la morgue, pero custodiados de tantos policías, en motos, camionetas, yo recuerdo que había una fila de motos, más o menos unas cincuenta, con un patrullero adelante y atrás...”.

Revela que minutos después de ser detenido y embarcado en un bus, un uniformado reportó a un superior que habían apresado a 17 indígenas. “Siquiera completemos los 30, cójanle nomás a cualquiera, escuché”.

Zhunaula recuerda que antes de “la masacre”, compartieron alimento con los policías.

Amable Angamarca: Me cogieron y no tenía ni una aguja

(SARAGURO, Loja. Amable Angamarca dice que lo ocurrido lo hizo decidirse a luchar por la causa indígena)

Amable Angamarca es agricultor, chef y comunicador voluntario de la radio El Buen Pastor, de Saraguro, y cuando fue detenido, cuenta él, estaba ejerciendo el último oficio.

Angamarca recuerda que ese día reportó para el medio de comunicación comunitario la manifestación indígena, pero que terminó preso por aceptar un desayuno. “Si yo hubiese pasado la noticia y me venía (a la radio), no me hubieran detenido; pero me invitaron a un desayuno, y no podemos decir que no por costumbre...”.

Su familia, que colabora en la radio, se enteró de su detención y dejó botado todo para ir a la cárcel de Loja. “Me cogieron a mí, y yo no tenía ni una aguja en mi bolsillo... Yo lo que hacía era buscar las noticias para la radio...”, sostiene.

Desde entonces, y durante estos tres años, dice Angamarca, su vida no fue fácil; el juicio en su contra le impidió trabajar con normalidad porque tenía que presentarse en Loja dos días a la semana, y la prohibición de salida del país le truncó dos viajes al exterior. “Esas cosas a uno le dañan, y no le dan una vida tranquila...”. (I)