Miles de cuencanos, entre estos cientos venidos de comunidades lejanas, despidieron ayer a su Moncho, como con cariño llamaban a monseñor Luis Alberto Luna Tobar, quiera fuera el arzobispo de la ciudad durante 19 años y falleciera el martes 6, a los 93 años.

Llegaron a la Catedral de la Inmaculada, que también recibió a autoridades civiles y religiosas, entre estas de la Asociación de Establecimientos Educativos Particulares.

El féretro de Luna Tobar estaba en el centro del altar mayor y sobre una alfombra.

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Juan Cuvi, exmilitante de Alfaro Vive, con quien Luna Tobar propició un proceso de paz entre el grupo insurgente y el Estado, resaltó el valor y la sabiduría con que Luna “enfrentó” el sistema político opresor.

Anastacio Pichisaca, dirigente indígena oriundo de la provincia del Cañar, resaltó que Luna inspiró en la organización social el espíritu de la teología de la liberación y lucha organizada para superar la pobreza.

María Cecilia Alvarado, viceprefecta de Azuay, reconoció en Luna la figura de un defensor de derechos humanos, “cuencanísimo”, que sacudió a la gente con su obra y palabra para no observar “desde la comodidad” la lucha por la superación de la pobreza y la igualdad.

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“Los temas que el papa Francisco impulsa desde la Iglesia hoy, ya los puso en la mesa del debate y de la lucha Monse, como le conocíamos a Luna, hace 20 años”, dijo Alvarado.

La gobernadora María Augusta Muñoz resaltó la “huella imborrable” que dejó Luna. “Bolívar decía que no se es del lugar donde se nace sino donde se lucha, y Luna luchó en Cuenca, por eso dejó el legado de impedir las injusticias y la desigualdad”, comentó.

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El alcalde Marcelo Cabrera coincidió con muchos sobre la sabiduría y calidad humana que caracterizaban a Luna. “Su lectura de la teología de la liberación se volvía práctica cuando luchaba por la liberación de los presos, cuando lideraba la Asamblea del Azuay o cuando como líder de la Iglesia lideraba cualquier protesta por situaciones que afectaban los derechos de las minorías”, evocó.

El nuncio apostólico Giacomo Ottonello Pastorino ofició a las 12:00 la eucaristía de despedida. Allí se leyó una carta en la cual el papa Francisco se refirió a Luna como un sacerdote que vivió el evangelio a plenitud.

El vicario de la Arquidiócesis de Cuenca, Bolívar Piedra, se encargó de contarle a los feligreses el porqué Luna fue un obispo diferente, desde el primer día que llegó a la Curia.

“Su vocación lo llevó a recorrer hasta el último rincón de su diócesis, abrió las puertas de la Catedral que hasta entonces era un lugar destinado a celebraciones de cierta índole y no dudó en intervenir en problemáticas de la ciudad que antes ninguna autoridad eclesial lo había hecho”, mencionó.

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Antes de ingresar al cementerio subterráneo de la Catedral, donde yacen dos obispos que antecedieron a Luna, el féretro recorrió en hombros de los sacerdotes que acompañaron al exobispo por el parque Calderón. Allí la gente quiso tocar la madera que cubría su cuerpo y lanzaban pétalos de rosas, pero el protocolo impidió que pudieran acercarse.

La oración final se hizo en la cripta a la que ya no pudo entrar el pueblo y finalmente el ataúd ingresó a la urna de mármol que exhibía una foto de Luna. (I)

Apuntes
Funeral

Cripta
La cripta de la Catedral de la Inmaculada se abre hoy y mañana para que feligreses visiten la tumba de monseñor Luis Alberto Luna Tobar.

Condolencias
Familiares de Luna Tobar recibieron las condolencias de autoridades civiles y eclesiales. En la misa del jueves pasado estuvo el presidente de la República, Rafael Correa.