El 21 de diciembre marca el solsticio de invierno en el hemisferio norte y el solsticio de verano en el hemisferio sur. Este evento astronómico tiene connotaciones culturales y espirituales en diversas tradiciones.
En muchas culturas del hemisferio norte, el solsticio de invierno se asocia con la llegada del invierno y es un momento en el que los días son más cortos y las noches más largas.
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Por otra parte, en términos de la celebración de la Navidad, algunas personas consideran el solsticio de invierno como el inicio de la temporada navideña y como un momento especial para reflexionar sobre el año que termina, pasar tiempo con seres queridos y expresar generosidad y gratitud.
Según una leyenda nórdica, cada 21 de diciembre, el ‘espíritu de la Navidad’ llega a los hogares que la celebran. El relato indica que proveniente de una galaxia lejana, un viajero errante se embarcó en una aventura que culminó con su aterrizaje en la Tierra, en la región que ahora se conoce como Escandinavia.
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Este ser espiritual se distinguía por su felicidad contagiosa, sus deseos de paz, amor y armonía, y regalos para los creyentes.
Su llegada significaba prosperidad para el año nuevo, por lo que muchas familias le siguen rindiendo tributo y se preparan para la fecha en la que su espíritu regresa.
Aunque esta celebración no pertenece a ninguna religión, sí promueve la reflexión espiritual por medio de rituales.
El ‘espíritu de la Navidad’ se refiere a la idea de compartir, amar y ser amable durante la temporada navideña. Muchas personas ven esta época del año como una oportunidad para actuar con bondad, compasión y solidaridad hacia los demás. (F)
Espíritu de la Navidad: Rituales para recibir al místico y atraer armonía y buenas energías