Por Rodolfo Pérez Pimentel *

El Consulado General de los Estados Unidos en Guayaquil existe desde el 5 de julio de 1825 y es el más antiguo de Latinoamérica, siendo el primero en ejercer el capitán William Wheelwright. Con el tiempo le sucedieron otros distinguidos marinos y comerciantes, pero solamente de unos cuantos han quedado descendientes ecuatorianos, como Matthew Palmer Game, José María Villamil Joly, Seth Sweetzer, Martin Reinberg Eder, Alcides Destruge Maitin, Francis Mocatta, que yo recuerde.

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Matthew Palmer Game ejerció como entre 1843 y 1848 como agente consular de Estados Unidos, primero como encargado y, ya de principal, desde el 48 hasta el 31 de diciembre del 57, cuando presentó su renuncia para dedicarse a formar una flotilla de embarcaciones fluviales destinadas al tráfico comercial en las aguas del golfo, que llamó la Flota de Navegación del Guayas.

De él se conserva en San Francisco (California) un hermoso retrato al carboncillo ejecutado por Ernest Charton en 1850. El original fue llevado por su hijo Matthew, quien se casó allí, y hoy pertenece a sus descendientes. Aparece sentado delante del gran libro de registros, a un lado del pasamano que conducía a su oficina. De 45 años, su rostro alegre, la frente alta, despejada, ojos celestes, cabello rubio y rizado en bucles a la moda romántica; usa levita, corbatín oscuro de lazo y mantiene un bastón de cañita en las manos, más por moda que por necesidad. De por sí optimista, gozaba de un incansable buen humor.

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Pieza de la vajilla del cónsul Matthew Palmer Game. Foto: Cortesía de Rodolfo Pérez Pimentel.

Game vivía en la calle del Comercio (Pichincha), vecina a la actual biblioteca de la Universidad de las Artes. Los sábados se reunía con otros norteamericanos en una pequeña capilla situada en la parte posterior de su domicilio, a leer la Biblia en el mayor silencio y recogimiento posibles. Allí se dieron los primeros servicios protestantes que conoció Guayaquil, y debería nuestra municipalidad o el consulado colocar una placa conmemorativa que lo recuerde.

El 4 de julio de 1851 daba una recepción en su casa por el Día de la Independencia de su país, cuando de repente se escuchó el ruido de varios cañonazos que venían de la ría. La reunión se terminó a capazos. Era la una de la tarde. El cónsul y numerosos invitados salieron presurosos hacia el malecón y se sumaron a la defensa de la ciudad desde el sitio que hoy ocupa la avenida Olmedo.

Se trataba de la flotilla de navíos que componía la invasión armada formada por los mercenarios contratados por el general Juan José Flores en el Perú. Y tras varias horas de refriega fueron rechazados con numerosas bajas. Al día siguiente, Game y los generales Francisco Robles, José Marcos y José María Urbina, entre otros, persiguieron a los piratas hasta Tumbes.

En 1856, y con permiso del presidente Robles, estableció en la parte baja del cerro (hoy calle Julián Coronel) el cementerio de los extranjeros, que situó al lado del católico.

Capitán de navío Francisco Modesto Game Soler, primogénito del cónsul Mathew Palmer Game. Foto: Cortesía de Rodolfo Pérez Pimentel.

Tradición en el mar

Game había nacido en la pequeña población de Filadelfia, estado de Tennesse, en 1805. Su hoja de vida cuenta que de 17 años se embarcó de guardiamarina en la Armada de su tío John Daniel con destino al Caribe. Pronto fue ascendido a alférez de fragata a las órdenes del comandante Beluchet, en el bloqueo militar de las costas de Cuba, en cuyo servicio apresaron a la corbeta de guerra Ceres, que desmantelaron y entregaron como botín al Gobierno colombiano.

Después convoyó en la Urica a numerosos batallones colombianos enviados a la guerra en el Perú. El 25 navegó frente a las islas Española y Puerto Rico, hostilizando al enemigo, y con el almirante Brion enarboló el glorioso pabellón de Colombia por primera vez en los mares de España y África del Norte. El 29 luchó en la campaña de Puerto Cabello y estuvo por primera ocasión en Guayaquil de segundo oficial de la corbeta de guerra Colombia, ya era teniente de Fragata.

En la República ayudó al comandante Pedro Mena a patrullar el golfo, y habiendo obtenido sus Letras de Retiro, entró como máster o administrador civil de la fragata Adela, que realizó viajes a Europa con cargas de cacao. Al formarse la Casa Luzarraga en 1835, fue nombrado uno de sus gerentes.

El 41 estableció el primer aserrío que tuvo Guayaquil movido a vapor, con su socio Horace Cox. El 65 sufrió persecuciones políticas junto con su hijo, el capitán Francisco Modesto Game Soler, tras la fracasada invasión armada del general Urbina a Guayaquil, y solo por su nacionalidad pudo salvar la vida, pero tuvo que refugiarse en la hacienda Punta Española, en la isla Puná, frente a las costas de Posorja.

Allí construyó una hermosa casa de madera con amplio corredor que daba al mar, sembró frutales y complementó con ganadería. Eran los tiempos en que aún llovía abundantemente sobre la isla; después vendría la sequía, que aún no termina.

Sus descendientes

El hijo mayor del cónsul Game vivía en Santa Rosa (El Oro) con los suyos. Su hermano menor era Matthew, quien residía en Estados Unidos. Ambos era hijos del compromiso del diplomático con la dama colombiana Carmen Soler, natal de Cartagena de Indias. Tras fallecer ella, Game se casó con la española Francisca Jiménez Baturrone, oriunda de Cádiz, con quien tuvo cuatro hijos más.

La mayor, Elena, estaba casada en los Estados Unidos. Eduardo era capitán de un transporte cuyo motor se inflamó, provocándole terribles quemaduras; llevado a la playa, agonizó tres días sobre hojas de banano. El viejo cónsul lo hizo enterrar en un cementerio que mandó a levantar al fondo de un esterito cercano, que aún se puede visitar. Juan Antonio administraba Punta Española y de él descienden por varonía casi todos los actuales familiares Game. El hijo menor del cónsul, Carlos, falleció de muy pequeño.

Hermanos Game Bustamante (1940) en Guayaquil: Juan Mateo (izq.), Juan Antonio, Alberto, Humberto, Jorge y Abraham. Foto: Cortesía de Rodolfo Pérez Pimentel.

Entre sus descendientes han sobresalido tres héroes nacionales en la invasión peruana de 1941, declarados por el Congreso del Ecuador: capitán Abraham Game Bustamante, capitán Manuel Humberto Game Peña y el sargento Manuel Game Peña. También se destacan el vicealmirante Jorge Cruz Game, el contralmirante Carlos Vallejo Game, los capitanes Jorge Game Bustamante, Jorge Game Bustamante, Jorge Game Castro, Jorge Game Caamaño, Mercantes Enrique Castro Game, Alfredo Jurado Game, Ernesto Game Sanyer, Miguel Muñoz Castro-Game y Luis Cubillo Game. (I)

* Miembro de la Academia Nacional de Historia.