El beso es un gesto amoroso que ha trascendido a través del tiempo y, aunque es difícil determinar cómo surgió de manera exacta, hay hechos en la historia que nos permiten conocer más sobre los orígenes de esta cariñosa demostración.
En una publicación de Semana se indica que el beso aparece por primera vez en los homínidos como una forma instintiva de la madre de brindar afecto y cuidado hacia su cría, según información recogida de estudios avanzados de antropología. Mediante estos se ha podido conocer que la mujer de cromañón alimentaba a sus crías masticando primero la comida y, posteriormente, pasándola a la boca de su cría desde la suya.
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Pero esta no es la única teoría que existe al respecto. Otra de ellas es que nació como un impulso de succión proveniente desde la infancia y la lactancia; una herencia de la costumbre de algunas tribus primitivas de olerse entre ellos; y hasta existe la hipótesis de que es una tendencia canibalística, se señala en el artículo.
Los primeros besos registrados
Es en la India donde se encuentran los primeros registros sobre el origen de los besos, los cuales fueron esculpidos en el año 2500 a. C. en las paredes de los templos de Khajuraho. A esto se suma el Kamasutra, libro sagrado de Vatsyayana que describe la divinidad natural del sexo, que data del III d. C.; también incluía referencias a la práctica del beso como sexual. En estos textos se describen tres clases: el nominal, cuando los labios apenas se tocan; el palpitante, en el que se mueve únicamente el labio inferior; y el beso de tocamiento, en el que se emplean labios y lengua.
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La teoría sobre la expansión cultural en la utilización del beso como práctica sexual concuerda con esto: que se originó en la cultura india y que llegó a Europa en el periodo clásico por las invasiones de Alejandro Magno.
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En textos de la época, como la Odisea y los escritos de Ovidio, se habla del beso como símbolo de afecto, amor o admiración. Este gesto además aparece en el folklore y la mitología tradicional griega en relatos como la historia de Pigmalión y Galatea.
El beso en cada cultura
Este gesto no ha significado siempre lo mismo, pues en distintas culturas y épocas ha tenido otra connotación. Por ejemplo, los hombres persas en la antigüedad se besaban entre ellos en la boca, pero solo podían hacerlo las personas de un mismo nivel social para establecer pactos y uniones.
En la cultura celta, en cambio, se creía que el beso poseía propiedades curativas. Incluso, en la Italia medieval, si un hombre besaba a una doncella en público estaba obligado a casarse con ella inmediatamente; contrariamente a lo que pasaba con la nobleza francesa, en la que se podía besar a cualquier mujer.
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Más adelante, con la llegada de la Revolución industrial, el beso vuelve a ser una demostración de cortesía y amor entre dos personas; además, recobra su papel como un elemento de estimulación sexual. Esto hizo que se convirtiera en un acto que solo se debía practicar en la intimidad: porque su práctica se consideraba ofensiva y escandalosa en público. La sociedad de aquel entonces y el código de etiqueta censuraron el beso.
De ofensivo a aceptado
La corriente artística del Romanticismo llega en el siglo XIX, y está marcada por la amplia expresión de los sentimientos por parte de los autores. La explotación del beso fue entonces frecuente, dejó de representar una práctica privada y pasó a convertirse en algo estético.
No obstante, durante las primeras décadas del siglo XX, el beso fue muy sexualizado y, durante esos años, la literatura, la pintura y hasta el cine comenzaron a utilizar el beso como un elemento lascivo.
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Finalmente, en los años 60 disminuyó toda la revolución sexual y el beso pasa a ser una práctica natural y pública, aunque no es hasta la década de los 90 que deja de representar algo ofensivo y se convierte en un acto públicamente aceptado. Aunque existe un significado generalizado del beso, en algunas culturas aún tiene connotaciones distintas. (I)