Por Isabella Salvador (@isabellasalvador_couture)
Nunca imaginé que llegaría el día en que viajaría con mis propios vestidos hacia la capital de la moda para presentarlos en una pasarela durante la Semana de la Moda de París.
Años atrás había escuchado a un diseñador describir ese evento como una carrera de fondo: una mezcla de adrenalina, velocidad y caos controlado, donde el corazón late con fuerza y cada minuto cuenta. Hoy puedo confirmar que no exageraba. Viví la experiencia como una auténtica carrera de obstáculos: resolver imprevistos, improvisar, mantener la calma y llegar a la meta.
Quizás mi faceta de corredora me ayudó a resistir ese ritmo vertiginoso. Uno de mis recuerdos más felices fue trotar por las calles parisinas antes del amanecer, con la Torre Eiffel de fondo. París me hizo latir el corazón más fuerte que nunca.
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El clima, sin embargo, fue nuestro primer gran desafío: lluvia torrencial todos los días. Incluso grandes casas como Dior o YSL tuvieron que reorganizar sus desfiles. Recuerdo haber visto a Philippine Leroy-Beaulieu –la recordada Sylvie de Emily in Paris– entrando empapada a un evento, levantándose la falda para evitar los charcos. Afortunadamente, mi desfile se realizó bajo techo.
Habíamos planeado desde Guayaquil una sesión fotográfica en los lugares más emblemáticos de París, con rutas cronometradas y una van que transportaba los vestidos y a las modelos. Pero la lluvia nos obligó a cambiar de rumbo: improvisamos interiores. La casa donde me alojé terminó siendo el escenario perfecto; cada rincón tenía ese encanto parisino que buscábamos.
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Entre fittings, ensayos y ajustes, los días eran intensos. Apenas quedaba tiempo para comer, aunque mi alma foodie fue feliz. Me encanta viajar con un itinerario gastronómico –soy de las que recomiendan restaurantes a sus amigos antes de un viaje–, así que esta vez me dejé sorprender. Probé desde escargots hasta moules-frites, pasando por foie gras con salsa bearnesa. Amo la cocina francesa; cada plato fue un deleite.
Quienes siguen mi marca saben que una de mis pasiones es hacer fashion reports de alfombras rojas y semanas de la moda. Sin planearlo terminé en medio de paparazzis y celebridades frente al Museo del Louvre, en el desfile de Louis Vuitton. Vi a Zendaya, Cate Blanchett, Shay Mitchell, Ana de Armas, Lisa, Chloë Grace Moretz y muchas más. No pude evitar emocionarme –y sí, grité un poco cuando vi a Zendaya–.
Hubiera sido el contenido perfecto para un Fashion Report en vivo, pero decidí tomarme unos días de descanso y disfrutar de la ciudad junto a mi esposo.
Si tuviera que resumir mi experiencia en tres palabras, serían: adrenalina, sacrificio y pasión.
París ha sido uno de los mayores retos de mi vida profesional. No fue fácil, pero justamente porque no lo fue, se volvió inolvidable. Detrás de cada diseño hubo un sueño, un motivo, una energía que me impulsó a seguir adelante.
Puedo decir con certeza que esos diez vestidos representan lo mejor de mí como diseñadora: cada uno tiene impreso un pedazo de mi sueño, y una magia especial.
Me despido con dos frases que me acompañan siempre:
“Ningún sueño es imposible si está motivado por aquello que nos apasiona”.
“Hay que ser valientes para alcanzar los sueños; requieren esfuerzo, compromiso y perseverancia”. (O)






























