Las personas que han superado una infección de coronavirus están inicialmente protegidas contra una recaída porque el sistema inmunitario del organismo crea los anticuerpos necesarios. Al cabo de cierto tiempo, estos anticuerpos vuelven a desaparecer.

Esto no significa, sin embargo, que quienes se han recuperado después de eso ya no tengan ninguna protección, porque, a pesar de la desaparición de los anticuerpos, estos pueden volver a ser producidos. De ello se encargan las llamadas células T, que funcionan como una especie de memoria contra la enfermedad que recuerda la composición de dichos anticuerpos.

Un nuevo estudio realizado en Renania con datos del área de Bonn por el Centro Alemán de Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE) ha demostrado que una de cada cinco personas recuperadas de COVID-19 no tiene anticuerpos después de tan solo seis meses.

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Entre abril y junio de 2020, unos 5.100 adultos de Bonn fueron sometidos a pruebas de anticuerpos contra el coronavirus. En 22 participantes en el estudio se pudieron detectar anticuerpos “neutralizantes”, es decir, anticuerpos especialmente eficaces que impiden que el SARS-CoV-2 entre en las células. Sin embargo, la mayoría de los participantes o no tenían síntomas o eran leves: en algunos casos ni siquiera sabían que habían pasado el COVID-19.

Otros coronavirus, descartados

No obstante, el hecho de que tuvieran estos anticuerpos sugiere una infección previa con el nuevo coronavirus. Para descartar que hubieran podido ser contra otros virus similares, las muestras se sometieron también a una “prueba de neutralización por reducción de placas”, que pueden demostrar que los anticuerpos formados estaban dirigidos específicamente contra el SARS-CoV-2 y no contra otro de los coronavirus que nos rodean desde hace años y que desencadenan resfriados normales, por ejemplo. El equipo del estudio de Renania ha colaborado estrechamente para ello con el Instituto de Virología de la Charité de Berlín.

En septiembre de 2020, es decir, 120 días después de la primera muestra de sangre, todos los que dieron positivo fueron examinados de nuevo. En la mayoría de los participantes, la cantidad de anticuerpos neutralizantes había disminuido significativamente. Esto indica que la inmunidad es de duración limitada tras las infecciones leves o asintomáticas por coronavirus.

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Sistema inmunitario sofisticado

Con todo, la presencia de anticuerpos no es el único factor decisivo para la respuesta inmunitaria, explica el Dr. Ahmad Aziz, científico del DZNE y principal autor del citado estudio: “La disminución de anticuerpos parece ir relativamente rápido; sin embargo, el sistema inmunitario dispone de otras herramientas para luchar contra los agentes patógenos”.

“Los anticuerpos son importantes, sin duda, pero también son solo una parte de un arsenal más amplio”, continúa Aziz. “Otros estudios sugieren que otro componente, al que llamamos la respuesta inmune celular, puede persistir a pesar de la caída de los niveles de anticuerpos”. Algunos pacientes pueden estar a salvo de la enfermedad gracias a esas células T.

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Nuevo estudio de Charité sobre actividad cruzada

En cuanto al papel de las células T, también hay un nuevo estudio preimpreso de la Charité de Berlín, aún no revisado, sobre la “actividad cruzada”, en el que también participó el profesor Christian Drosten, jefe de virología. Si se observa con atención, explica el especialista en un podcast, “se ve que, en pacientes que no han tenido el virus del SARS-2 en absoluto, hay sin embargo una reacción de las células T ante una parte determinada de él, y es la parte S2 del SARS-2, su proteína espiga”.

¿Supone esto una explicación de por qué aproximadamente una quinta parte de los infectados no desarrollan síntomas o los desarrollan muy leves? ¿Y la causa de que las vacunas alcancen a veces una eficacia asombrosa después de la primera dosis? ¿Es posible que la memoria inmunitaria reaccione de esta manera debido a una infección previa con otros coronavirus? Estas son las cuestiones que tratan ahora de responder los investigadores. (I)