La salud del cerebro humano es el estado de varias áreas, como el cognitivo, sensorial, social-emocional, conductual y motriz, y así la persona puede alcanzar su máximo potencial en el transcurso de su vida. Al menos ese es el concepto que maneja la Organización Mundial de la Salud.

Sin embargo, el ambiente, la herencia y el acceso a los servicios de salud y educación, entre otros aspectos, pueden afectar el cerebro y el sistema nervioso en general.

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La carga global de las condiciones neurológicas y trastornos del neurodesarrollo es alta, y aproximadamente el 70 % está en países de ingresos bajos y medios. Los tratamientos, además, tienen costos inaccesibles, reconoce la OMS. Pero destaca un factor en contra, que en estas naciones hay solo tres neurólogos de adultos por cada 10 millones de personas, y en el caso de los niños, los recursos y los profesionales son aún más escasos.

El trastorno del espectro autista es una de las condiciones del neurodesarrollo que con más frecuencia se diagnostica en Ecuador. Foto: Shutterstock

En Ecuador también hay dificultades en la disponibilidad y la cantidad de profesionales entrenados para diagnosticar los trastornos del neurodesarrollo. “El número de neuropediatras que tenemos en el país versus la cantidad exponencial y cada vez más ascendente de casos seguramente hace que se dificulte esta situación, más allá de la accesibilidad geográfica y económica”, expresa el doctor Bolívar Quito Betancourt, médico neuropediatra del Hospital Monte Sinaí, en Cuenca y del Instituto de Neurología y Psicología Infantil del Austro.

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Este mes (20-23), la Academia Iberoamericana de Neurología Pediátrica (AINP) trae a la ciudad de Quito su XXIX Congreso dirigido a profesionales de salud, pero el primer día estará dedicado a un precongreso del que podrán beneficiarse los educadores y las familias de niños y jóvenes con trastornos del neurodesarrollo.

“Estamos planteando divulgar conocimiento entre profesionales (pediatras clínicos, médicos generales, psicólogos, oncólogos), educadores y la población en general, para que se genere la inquietud de remitir de forma temprana a estos pacientes para que puedan ser evaluados y se llegue a un diagnóstico, y esto es muy importante y muy en especial, porque para nosotros es una carrera contra el tiempo”, dice Quito.

Del 5 al 10 % de la población de edad pediátrica global puede presentar un trastorno del neurodesarrollo. Esto indica que son condiciones altamente prevalentes, una en las que más se ha trabajado son los trastornos del espectro autista (TEA). “Podríamos decir que el crecimiento y la cantidad de consultas es exponencial”,

No hay tiempo para esperar a ver qué pasa; el diagnóstico temprano es esencial

Es importante partir de la consigna de entender el desarrollo psicomotor normal, dice el doctor Quito, y agrega que el propósito del control pediátrico es vigilar los cuatro aspectos dominantes, que son motricidad fina, motricidad gruesa, lenguaje y área social.

Esto permite saber si el niño está cumpliendo las pautas que necesita para cada etapa de su vida. “Si vemos que no podríamos considerarlo como un trastorno del neurodesarrollo”.

Los controles se hacen desde los primeros días de vida de los niños, y van más allá del peso, talla, vacunas e infecciones. “Es muy importante que el pediatra de cabecera vaya pesquisando los hitos del neurodesarrollo. Si se ve que alguna de estas cuatro áreas grandes (más tarde, la cognición) no se van cumpliendo, es muy probable que el médico los remita a la consulta neuropediátrica”.

Los trastornos del lenguaje deben ser diagnosticados primero por un especialista antes de iniciar una intervención terapéutica. Foto: Shutterstock

El doctor Quito desaprueba la consigna de “ver y esperar”, pues esto lleva a muchos pacientes a creer que una condición se solucionará sola. “Recibimos familias que nos dicen: “Nos dijeron vamos a ver qué pasa en tres meses, porque tenemos un hermanito que habló tarde, un tío que habló tarde, y que puede ser una condición perfectamente normal”.

Lo que sucede en estas circunstancias es que se pierde un tiempo valiosísimo para la intervención. “Creo que esto no es exclusivo de la realidad de la medicina en nuestro país; Estados Unidos, que en teoría debería tener una mayor facilidad para este tipo de diagnósticos, tiene citas que en ocasiones alcanzan los dos años de espera para poder ser evaluados por trastornos del espectro autista. Entonces es una situación global y de muy alta prevalencia, más alta que otras condiciones con las cuales estamos familiarizados, por ejemplo, diabetes, obesidad, VIH”, opina el especialista. El número de casos excede las funciones de las sedes de diagnóstico.

Se estima que del 5 al 7 % de niños ecuatorianos en edad escolar primaria pueden tener un trastorno del neurodesarrollo. “Desde el área médica se agradece que, a diferencia de lo que veíamos hace diez años, la cantidad de pacientes que se van derivando progresivamente desde la escuela para este tipo de evaluaciones”. Propuestas como la del congreso tratan de dar herramientas de observación y atención para que educadores y familias puedan considerar si un niño necesita una consulta de neurología pediátrica.

Los trastornos del neurodesarrollo más frecuentes en Ecuador

El trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es uno de los motivos de consulta más frecuentes dentro del área escolar, indica el doctor Quito; si fuese un TDI (trastorno del desarrollo intelectual), es necesario que el niño tenga un aprendizaje con más acompañamiento para evitar el fracaso escolar; si estuviesen enfocándose en un niño con un TEA, tendrían que observar si tiene dificultades interacción social, de comunicación verbal o no verbal, o patrones de conductas restringidas y estereotipadas que no le permiten integrarse adecuadamente a su entorno.

“Como parte de las actividades del congreso tenemos un área de cuatro talleres para trastornos del aprendizaje, déficit de atención e hiperactividad y trastornos del espectro autista”. A estos se suma un taller de encefalografía, dirigido a la comunidad médica.

“Estamos haciendo un llamado general, a la mayor cantidad de población, tenemos modalidad presencial y también virtual, para quien vive en zonas muy distantes del país, para que puedan empaparse de las señales que llevan a este tipo de diagnósticos”. El doctor Quito agrega que tendrán conferencistas nacionales e internacionales.

El precongreso se desarrollará el miércoles 20 de septiembre. El congreso tendrá lugar los días posteriores, y abarcará cuatro módulos específicos para neuropediatras, médicos pediatras y otros profesionales de la salud. Las inscripciones se hacen en el sitio web de la Academia Iberoamericana de Neurología Pediátrica.

La mayor necesidad que suele tener un niño con un trastorno del neurodesarrollo es que se le preste atención a tiempo. La familia debe ser toda oídos a este tipo de manifestaciones, recomienda el doctor Bolívar Quito, y no esperar una vez que detecta algo como que el infante no camina, no habla, no puede sentarse solo, no comparte, no interactúa; y no dejar pasar el tiempo hasta que el niño llegue a la escuela y tenga problemas con la lectoescritura.

Y una segunda advertencia es que se debe partir siempre del diagnóstico para ir a la intervención, no al revés. “Nos pasa en la consulta cotidiana que nos dicen: ‘Mi hijo fue a terapia de lenguaje porque no habla; no camina y lo llevé a una terapia de estimulación temprana o terapia física’, y cuando han pasado seis o siete meses, y el niño no avanza, entonces se lo remite al especialista porque se dan cuenta de que algo más está pasando”. Esto, resume el médico, no debería suceder. (F)