Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC) recomendaron mejorar el ajuste de las mascarillas para reducir el riesgo de contagio.

Para esto, se han planteado algunas sugerencias como nudos en los elásticos de la mascarilla o el uso de doble mascarilla, una de tela sobre una quirúrgica. Y se ha recomendado que lo más adecuado es el uso de una sola mascarilla de alta protección, del tipo N95, pues el objetivo es que no queden huecos laterales.

“El uso de mascarillas es sumamente necesario, porque funcionan como un mecanismo de barrera y disminuyen la salida o entrada de partículas que desprendemos de la boca o la nariz, estos son capaces de contagiar a otros con el COVID-19”, explica el médico investigador Esteban Ortiz, de la Universidad de las Américas.

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El SARS-CoV-2 es un virus de transmisión respiratoria, en este caso, el virus entra en el cuerpo por medio de las gotículas de saliva o los aerosoles. Las partículas que emitimos al hablar, al toser e incluso al respirar, son los vehículos que usa el virus para transmitirse de persona a persona.

Las mascarillas de tela

El uso de otro tipo de mascarillas como las de tela ha sido cuestionado, por eso Ortiz indica que estas sí funcionan como una barrera, pero pueden humedecerse, lo que le permite al vapor atravesar la mascarilla.

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Esto no pasa con las mascarillas KN95, ya que de acuerdo con Ortiz, estas son certificadas para dar seguridad. Estos protectores cuentan con capas y un mecanismo que permite repeler las partículas, logrando que el 95 % de estas no pueda ingresar. Frente al uso que recomiendan los CDC, de portar doble mascarilla, Ortiz indica que hay doble protección y funciona. “Más capas, más protección”, añade el médico.

En el caso de las mascarillas quirúrgicas, estas cuentan con una estructura de dos capas en las que la exterior tiene propiedades hidrofóbicas y la interior, que está en contacto con nuestra piel, boca y nariz, la capacidad de absorber la humedad. Estas mascarillas pueden llegar a contener cerca de un 80 % de las partículas que pueden permanecer en el aire. (I)

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