Imagina que mañana tienes una entrevista para un nuevo trabajo. Algunas personas pueden ponerse a pensar qué tipo de preguntas les harán para prepararse, o imaginar que la entrevista va bien.

A otros, la sola idea de una entrevista les quitará el sueño, y pasarán toda la noche pensando en los peores escenarios posibles, sin importar cuán extravagantes puedan ser. Si eres alguien que tiene tendencia a hacer lo último, eres propenso al catastrofismo.

El catastrofismo es una tendencia a asumir que sucederá lo peor al imaginar una situación futura, incluso si tienes evidencia de que este no es el resultado más probable.

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Las personas a las que les gusta sentirse en control (y, por lo tanto, son intolerantes con la incertidumbre) tienen más probabilidades de sufrir una catástrofe.

Esto se ha relacionado con la ansiedad, lo que sugiere que el catastrofismo frecuente puede ser un factor en el desarrollo de ciertos problemas de salud mental.

Influencia en el comportamiento

El catastrofismo proviene de la creencia de que al imaginar lo que podría salir mal, podemos protegernos mejor del daño, tanto físico como mental. Sin embargo, esta tendencia solo es útil si puede predecir correctamente lo que sucederá en una situación determinada y cómo te hará sentir.

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Getty Images Foto: BBC Mundo

A medida que imaginamos eventos futuros, experimentamos una reacción emocional a la historia que estamos creando, y usamos esta respuesta para determinar cómo nos sentiremos en el futuro.

Pero esta forma de predecir el futuro muchas veces es incorrecta ya que no somos capaces de imaginar todo lo que puede pasar. Esto puede llevarnos a crear en nuestra mente la respuesta emocional equivocada para situaciones futuras.

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Pero nuestra creencia en lo que sucederá en el futuro puede tener una gran influencia en nuestro comportamiento.

Por ejemplo, es más probable que las personas que son optimistas (o incluso realistas) sobre el futuro estén dispuestas a probar cosas nuevas. También es probable que se den cuenta de lo que ha ido bien en situaciones nuevas.

Por otro lado, las personas que tienden al catastrofismo y ven lo que podría salir mal tienen menos probabilidades de probar cosas nuevas.

Y, cuando intentan algo nuevo, es más probable que se den cuenta de lo que salió mal. Esto se almacenará en su memoria y se sumará a las razones por las que no deberíamos probar cosas nuevas en el futuro.

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Como resultado, el catastrofismo puede generar estrés y ansiedad indebidos y puede impedirte hacer las cosas que podrías disfrutar o de las que podrías aprender.

Consejos prácticos

Si eres alguien que tiende al catastrofismo cuando está estresado o ansioso, hay algunas cosas que puedes hacer que te ayudarán:

1. Toma decisiones por la mañana

A menudo nos preocupamos por el futuro por la noche. Cuando estamos dormidos, la actividad en la parte racional de nuestro cerebro se reduce y la actividad en la parte más emocional de nuestro cerebro aumenta.

Cuando se trata de tomar decisiones, mejor hacerlo por la mañana que por la noche. Getty Images Foto: BBC Mundo

Como resultado, tendemos a usar nuestro cerebro emocional para visualizar el futuro cuando estamos despiertos por la noche.

La falta de sueño también puede hacernos más sensibles a las cosas que vemos como amenazantes. Esto puede llevarnos a centrarnos más en lo que podría salir mal y nos hace más propensos al catastrofismo.

Puede ser útil recordarte a ti mismo que no estás pensando racionalmente cuando estás despierto preocupándote por algo. También puede ser útil esperar hasta la mañana para tomar decisiones cuando tu cerebro esté descansado.

2. Enséñale a tu crítico interno a ser más compasivo

El catastrofismo puede ser impulsado por nuestro crítico interno, que puede usar un lenguaje duro que nos pone sensibles.

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Cuando esto suceda, intenta imaginar a tu crítico interior como si estuvieras mirando a través de los ojos de otra persona. ¿Qué palabras usas y las usarías cuando hablas de otra persona en una situación similar?

¿La forma de hablar que usa tu crítico interno es útil o está justificada? A menudo, las respuestas a estas preguntas serán no. Sé consciente de las palabras que usa tu crítico interno cuando estás preocupado o estresado.

Si es demasiado duro, trata de cambiar a una forma más amable de hablarte a ti mismo.

3. Inventa una mejor historia

Incluso si las cosas han ido mal en el pasado, es poco probable que esto suceda en el futuro, a pesar de lo que podamos decirnos a nosotros mismos.

Si tienes una tendencia al catastrofismo sobre eventos futuros, intenta pensar en las formas en que este evento podría salir bien, lo que puede ayudarte sentirte menos ansioso.

Otra estrategia es inventar, no solo una, sino varias historias plausibles sobre lo que podría suceder. Esto puede ayudar a recordarte que las historias que te estás contando a ti mismo son solo eso: historias.

Elegir enfocarse en las historias con un resultado positivo también podría ayudarte a sentirte menos preocupado o estresado.

4. Sé amable contigo mismo

Trata de ser más compasivo contigo mismo cuando consideres tu futuro. Esto es más difícil de lo que puedes imaginar, incluso para las personas que son muy compasivas y empáticas con los demás.

La compasión y la empatía evolucionaron para ayudarnos a interactuar bien con los demás. Como tal, la compasión y la empatía no están realmente diseñadas para ser utilizadas por uno mismo.

Pero las cosas pequeñas, como preguntar qué consejo podrías darle a un amigo en tu situación, pueden ayudarte a ponerte en contacto con tu voz compasiva.

Háblate a ti mismo con la misma compasión con la que le hablarías a otra persona. Getty Images Foto: BBC Mundo

Practicar esto a menudo puede incluso ayudarte a ver soluciones donde de otro modo solo te habrías centrado en el problema.

Planificar las formas en que las cosas podrían salir mal en el futuro tiene un propósito, y es mantenernos a salvo.

Pero si a menudo descubres que te pones catastrófico al pensar en los peores escenarios posibles, especialmente en detrimento de tu propia salud mental, puede ser importante que te recuerdes que las cosas que te preocupan tal vez nunca sucedan y, si ocurren, probablemente resultarán mucho mejores de lo que piensas. (I)