Usualmente, la pubertad o aparición de los caracteres sexuales secundarios se inicia a partir de los 10 años en las niñas y a los 11 años en los niños. En los últimos tiempos, esa edad ha venido disminuyendo en forma sostenida, por lo que algunas niñas experimentan estos cambios desde los 8 años, y los niños desde los 9.

Esto es especialmente evidente en las niñas, como ha escrito el psicólogo Lenin E. Salmon, pues su cuerpo empieza a desarrollarse en descoordinación con su mentalidad e inteligencia infantiles, lo que las expone a riesgos que no puede comprender sin la ayuda y protección de la familia.

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En la niña, el signo más evidente es el crecimiento de la glándula mamaria. En el niño, el aumento del volumen testicular. Pero no todos los casos son pubertad precoz; hay situaciones que se consideran variantes de la normalidad, explica la especialista en endocrinología pediátrica Marjorie Morales Bazurto, y esto se determina mediante la suma de características del desarrollo que presenta cada niño.

El olor corporal a partir de los 8 años (o antes) es una de las señales de la pubertad temprana. Foto: Shutterstock

Morales indica que no hay cifras en Ecuador acerca de las alteraciones de la pubertad y que, a falta de diagnósticos específicos, los médicos deben valerse del criterio más cercano para poder crear y cerrar una historia clínica. Por ejemplo, el rango de edades no contempla la posibilidad de que una niña de 9 años haya empezado a menstruar. Esto puede invalidar los datos estadísticos.

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Aun así, “hay un fenómeno en los últimos cinco o seis años: han aumentado las cifras de pacientes con pubertad precoz”, dice Morales, y añade que este punto de vista puede deberse, también, al aumento de endocrinólogos pediatras en el país y a que, en la actualidad, la familia acude más a la consulta. Algunos de estos pacientes llegan tarde, cuando no requieren tratamiento, solo acompañamiento. La mayoría son niñas.

“La Sociedad Ecuatoriana de Endocrinología Pediátrica está por publicar un protocolo de seguimiento de pacientes con pubertad precoz; una guía para pediatras, médicos familiares y endocrinólogos de adultos, para hacer seguimiento a los pacientes con pubertad temprana y todas sus variantes”, añade la especialista.

Los varios tipos de pubertad precoz y sus causas

La forma más frecuente es la pubertad precoz central, que se origina en la glándula hipófisis, donde se generan las hormonas tróficas, que en este caso se activan antes de tiempo. ¿Cuál es la causa? Antecedentes como nacimientos prematuros con bajo peso, el tipo de alimentación, el estilo de vida, los factores genéticos (padres que maduraron temprano) y ciertos tratamientos médicos componen esta lista.

El sobrepeso está relacionado con una maduración temprana de las características sexuales secundarias de los niños. Foto: Shutterstock

También hay causas secundarias y terciarias, como la actividad de la glándula suprarrenal o tumores en el sistema nervioso central o en la hipófisis.

Por tanto, la endocrinóloga pediatra Alexandra Vimos destaca la importancia de los controles de embarazo, una nutrición equilibrada y libre de alimentos ultraprocesados, pero, sobre todo, de llevar controles pediátricos habituales.

El tratamiento dependerá de la causa: en el caso de una pubertad precoz central, podrá abordarse con inhibidores hormonales; pero esto será distinto si se trata de una enfermedad congénita de la glándula suprarrenal o de algún tumor en el sistema nervioso central.

La obesidad es uno de los factores que promueven un desarrollo más temprano. “Antes de la pandemia se conocía la estadística de que cuatro niños por cada diez tenían obesidad en Ecuador; actualmente diría que serán unos cinco por cada diez: se ha incrementado la consulta por obesidad”, menciona Vimos. “El sedentarismo y la alimentación inadecuada son factores que han contribuido a incrementar la prevalencia de esta enfermedad”, añade.

Riesgos de la pubertad precoz para niñas y niños

Tener una pubertad adelantada conlleva ciertos riesgos físicos. Uno de ellos es la talla final o talla adulta, que en estos casos se queda por debajo de lo esperado, indica la doctora Morales. “Hay hormonas específicas que van a actuar sobre el cartílago de crecimiento, y este cartílago empieza a proliferar más pronto y más rápido, hasta que hay un cierre y los chicos dejan de crecer en estatura”.

La doctora Vimos hace notar que, inicialmente, la pubertad precoz puede hacer que el niño y la niña tengan hipercrecimiento o talla alta. La familia no consulta al médico, porque ve como algo positivo estar más grande y con más peso que los demás niños, mientras que lo que causa preocupación es una talla pequeña.

La pubertad temprana se diferencia de la adolescencia adelantada en varios aspectos; no son sinónimos. Foto: Shutterstock

Pero este desarrollo temprano hace que los huesos maduren mucho más rápido y les deja menos tiempo para desarrollar. “Entonces, una de las novedades es que la talla final será probablemente baja”, informa Vimos. “Por eso, el control pediátrico es importante, para determinar oportunamente los diferentes diagnósticos”, y no esperar a que haya novedades mayores, como vello púbico y axilar u olor corporal antes de tiempo, por ejemplo.

Luego vienen los riesgos psicosociales y emocionales. “Les es difícil incluirse socialmente, porque no entienden estos cambios, no van iguales a sus pares, y se sienten fuera de lugar”, dice Morales. También hay cambios de conducta, enamoramientos precoces, actividad sexual más temprana y, con ella, el embarazo adolescente y las enfermedades de transmisión sexual. “La cadena de riesgos es muy alta”, por lo que la intervención psicológica puede ayudar a que la familia entienda y maneje mejor la situación.

Pero no puede incluirse a todos los niños que muestran excesiva curiosidad antes de tiempo. La pubertad precoz no debe confundirse con la adolescencia adelantada, en la que no necesariamente hay cambios físicos, y que la máster en Ciencias de la Familia María Helena Manrique ha descrito como una suspensión del proceso de infancia y niñez para saltarse a la siguiente etapa sin estar preparados. En este caso, los niños se ven angustiados, y esto no tiene origen en sus cuerpos, sino en el comportamiento de los adultos que están cerca de ellos: el abuso sexual, la violencia física o psicológica, la descalificación continua, el desinterés. (F)