Terminar una relación puede parecer un evento apocalíptico para muchos. Incluso si existen señales previas de un deterioro en la relación, el shock y la sorpresa de una ruptura pueden tener muchas secuelas psicológicas y físicas.

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Groninga (Países Bajos) realizó pruebas a dos grupos de personas: un conjunto había pasado por una ruptura romántica recientemente y el otro grupo se encontraba en relaciones vigentes.

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Los científicos encontraron que el grupo que había terminado relaciones demostraba mayores puntajes de depresión, y que el estrés puede ser un factor determinante para que una persona transite de un estado relativamente normal a uno depresivo. En este caso, el evento estresante clave fue la ruptura.

Algunos de los síntomas de una depresión situacional posruptura (diferente de un diagnóstico de depresión crónica o depresión mayor) incluyen cambios de apetito, pérdidas o aumento de peso, tristeza generalizada e incluso pensamientos suicidas.

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Una de las preguntas que existen en torno a la cuestión de las rupturas es si los hombres o las mujeres se lo toman peor. Para María Fernanda Acosta, psicóloga y terapista de parejas, la diferencia entre cómo reaccionan los hombres y las mujeres tras una decepción amorosa no radica en si un sexo se lo toma mejor o peor que el otro, sino en los factores culturales que determinan cómo un hombre tiende a procesar sus emociones respecto a cómo una mujer las afronta.

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“Siempre que hay una pérdida, independientemente del tipo de pérdida que sea, lo más natural es que se produzca la tristeza como reacción, más si es una relación de pareja”, expone Acosta, quien añade que es certero hablar de duelo después de una ruptura.

El duelo —sigue— implica varias fases que son dinámicas, es decir, no es un proceso lineal. El proceso “podría ocurrir en diferente orden”, indica Acosta, e incluso parecería que la persona avanza y retrocede, hasta que se le da “sentido” a la pérdida.

Una de las etapas del duelo es la negación, la que, según Acosta, es un mecanismo de la mente para amortiguar el golpe: significa que la persona “no ha comprendido del todo” la situación. Puede manifestarse en forma de seguir llamando a la expareja o seguir esperando una reconciliación con la expareja.

Otras fases del duelo incluyen la negación, el enojo y la tristeza. Eventualmente, cuando se comprende de lleno la pérdida y se le da sentido, se llega a la aceptación.

Para Acosta, una de las herramientas más útiles para superar una ruptura es hablarlo con seres queridos, aun con riesgo de sonar como un disco rayado. “Estar sobre el tema es la manera de resolverlo; es la manera de aceptar que definitivamente no va a funcionar”, subraya Acosta.

Algunas diferencias

Es a la hora de expresar y procesar emociones cuando salen a relucir las diferencias entre cómo hombres y mujeres llevan el duelo, según Acosta. “Culturalmente, hay algunas diferencias, aunque biológicamente no las haya”, añade Acosta, quien apunta a que la frase “Los hombres no lloran” sigue vigente en la sociedad, aunque con menos fuerza que antes.

Craig Morris, antropólogo líder de un estudio de la Universidad de Binghampton y el University College de Londres que llegó a la conclusión de que los hombres sufren heridas emocionales que tienden a persistir más en el tiempo tras una ruptura en comparación con las mujeres, también apuntó a las diferencias culturales para explicar cómo los hombres procesan sus emociones, en una entrevista al periódico estadounidense Washington Post.

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Morris atribuye el resultado del estudio a la expectativa de que los hombres deberían ser duros y la dificultad que tienen ciertos hombres para formar redes de apoyo emocional con miembros de su propio sexo. Las mujeres, en cambio, hablan de sus emociones entre ellas, lo cual les permite suavizar el impacto de terminar una relación.

“Tal vez las mujeres, a las que les es permitido una expresión emocional más fluida, hablan más y más libremente del tema, de cómo se sienten; expresan rabia, culpa, cosas que son socialmente más permitidas a la mujer que al hombre”, continúa Acosta.

El hombre —explica— igual va a seguir las fases del duelo, pero “tal vez las va a expresar de manera distinta”. Esto, indica Acosta, puede provocar cambios en la conducta del hombre, como hacer más ejercicio o meterse más horas de trabajo. Recurrir al abuso de sustancias también es una reacción común, aunque Acosta expresa que esto también es recurrente en las mujeres, solo que los hombres se sienten más cómodos socialmente demostrando estas conductas.

Hombres y mujeres

A pesar de que la relación de José Guerra, guayaquileño, ya no estaba en los mejores términos, la ruptura de su relación a comienzos de 2023 lo tomó por sorpresa de todos modos. “Siempre te va a afectar cortar un vínculo con otra persona”, expresa Guerra.

El trabajo y la universidad consumen mucho de su tiempo, y también le ha ayudado compartir con sus amigos y seres queridos. Los momentos en los cuales se encuentra solo, sin embargo, los aprovecha para meditar y para canalizar lo que siente mediante la poesía.

Supera la ruptura amorosa

No siente vergüenza de hablar sobre su difunta relación, aunque no le “nace” desahogarse con alguien ni siente que procesa sus sentimientos de esa forma. No le molesta abrirse sobre su ruptura si alguien le pregunta. Piensa que, por lo general, los hombres expresan sus sentimientos menos que las mujeres, pero que depende mucho de cada persona.

Linda López, oriunda de Manabí, se tomó “muy mal” su ruptura a comienzos de diciembre pasado, al menos por el día en que terminó con su expareja. “Desde ahí, creo que las cosas van bien (…). Pero fue muy chocante. A veces las cosas son de una forma y, al día siguiente, ya son de otra”, explica López.

Su ruptura significó redescubrirse a sí misma: “Me dejé de lado por completo”, recuerda López, añadiendo que “volvió” a ser ella tras la ruptura. Volvió a viajar sola, por ejemplo, actividad que la ayudó a procesar la ruptura más eficazmente.

Para López, los hombres con los que ha compartido vínculos antes han sabido manejar las rupturas un poco mejor, pues velaban “por ellos mismos” y por sus intereses dentro de la relación. Sin embargo, reconoce que existe un factor cultural: “A los hombres los crían para que nada les duela, para que no lloren… Pero reprimir los sentimientos es para que exploten en algún momento.” (I)