No es que los otros puedan leernos “como un libro”. La postura corporal no es, en realidad, un lenguaje, explica el doctor Ronald E. Riggio, profesor de psicología organizacional del Instituto de Liderazgo Kravis, y autor de varios libros sobre inteligencia y liderazgo.

Quiere decir que no hay un método único para decodificar las pistas no verbales. Pero sí existe la astucia humana, que toma esas pistas e infiere lo que el otro está pensando o sintiendo.

¿Cuáles son algunas de esas pistas que damos con nuestros movimientos y posturas?

  • Sonreír falsamente. El experto en comunicación no verbal distingue entre las sonrisas genuinas (las llama sonrisas de Duchenne) y las falsas. Las primeras comunican verdadera felicidad. Usamos sonrisas falsas cuando estamos tratando de vernos contentos, pero realmente no lo estamos, o cuando nos sentimos incómodos frente a alguien, pero queremos aparentar que estamos pasando bien.
¿Cuál es la clave entre una sonrisa verdadera y una falsa? Ambas están curvadas hacia arriba, pero las sonrisas de Duchenne nos entrecierran los ojos y aparecen pequeñas líneas en los extremos, las famosas patas de gallo.
  • Tranquilizarse a uno mismo a través del toque. Cuando estamos estresados, ansiosos o incómodos, tendemos a autorregularnos con ciertos hábitos. Nos frotamos las manos, las rodillas, el cuello para calmar nuestra ansiedad, como los niños pequeños, cuando quieren relajarse y dormir y se acarician ellos mismos el cabello.
  • Postura corporal. La manera en que caminamos y nos sentamos es una pista sutil, pero que puede revelar cómo nos sentimos. Cuando estamos confiados y orgullosos, una postura erguida es natural. Cuando estamos tristes y derrotados, nos encorvamos y agachamos la cabeza.
  • La mirada. No es que puedan adivinar lo que estamos pensando solo con mirarnos a los ojos, pero las personas se dan cuenta si tenemos real interés en ellos, si los miramos cuando están hablando o si preferimos enfocarnos en cualquier otra cosa. También pueden saber si los estamos juzgando o sentirse incómodos cuando los miramos fijamente.
  • Reacciones sobreactuadas. Así como la sonrisa falsa, hay otras cosas que hacemos que denotan nuestra falta de interés en el otro. Reaccionamos con expresiones de sorpresa o empatía ensayadas, pero que no transmiten la emoción real. La otra persona entiende que no nos importa lo que nos está diciendo.
  • Lateralidad facial. Normalmente, nuestras pistas faciales son bilaterales. Sonreímos con ambos lados de la boca, nos sorprendemos abriendo ambos ojos y levantando ambas cejas. Cuando nuestras pistas faciales son unilaterales, puede sugerir que algo no está bien. Estamos disgustados, confundidos, incrédulos. Levantar una sola ceja es un buen ejemplo: dudamos de lo que acabamos de oír.
  • Señales de nexo o posesión. Estas pistas le muestran a los otros que somos posesivos con alguna persona. Nos acercamos más a ella cuando alguien se aproxima o la tocamos para exhibir el vínculo. La tomamos de la mano, nos interponemos entre ella y el otro, le ponemos un brazo sobre los hombros, nos colgamos de su brazo para establecer que estamos “atados”.
  • ¿Una señal muy difícil de leer? La dilatación de la pupila. Solo una persona muy observadora puede darse cuenta cuando esto ocurre. Las pupilas se dilatan cuando estamos realmente interesados en algo o en alguien.
  • Gestos calculados. Paul Ekman los llama “fugas no verbales”, y ocurre cuando tenemos mucho cuidado en que nuestro cuerpo no revele nada de lo que pensamos. Como cuando miramos fijamente a los ojos del otro al mentir, para parecer sinceros. O gesticulamos libremente para parecer relajados. Pero puede haber fugas en aquellas partes del cuerpo que no podemos controlar fácilmente. Podemos desplazarnos de un pie al otro, frotarnos las manos, sonrojarnos o cambiar el tono de voz.
  • ¿Y qué hay de los gestos de los mentirosos? Ellos pueden exagerar ciertos movimientos, como abrir mucho los ojos para parecer inocentes, rascarse la cabeza para señalar que están confundidos o avergonzados, secarse una lágrima y hablar en tono solemne o lastimero, para mostrarse conmovidos o arrepentidos. Y al mismo tiempo pueden “danzar” en un mismo sitio, o jugar con alguna parte de su ropa. Estas personas se vuelven más confiadas cuando descubren que tienen facilidad para engañar, pero alguna de las señales suele permanecer, si a más de escucharlos, nos detenemos a observarlos. (F)