Después de experimentar o ser testigos de un evento que amenaza la vida, como la guerra, un accidente de tránsito, un asalto armado, un desastre natural o una agresión sexual, es normal tener recuerdos desagradables, sentirse nervioso o tener problemas para dormir y pesadillas. Al principio puede ser difícil retomar las actividades diarias o volver a un sitio que revive la situación negativa. Si los síntomas duran más que unos pocos meses, podría ser un trastorno por estrés postraumático (PTSD).

Aunque se asocia esta condición a los combatientes, el Departamento de Asuntos de los Veteranos de los Estados Unidos ha ampliado su campo de acción a otras realidades contemporáneas: sobrevivientes de COVID-19, víctimas de eventos violentos masivos (como los tiroteos) y familiares de quienes están pasando por el PTSD. Su propuesta de salud y rehabilitación incluye programas de deportes, arte, juegos y entrenamiento, así como apoyo para quienes han desarrollado adicciones a raíz del trastorno.

Cualquier persona puede pasar por esto, a cualquier edad. Algunos factores pueden aumentar la probabilidad de tener PTSD, como la anterior exposición a un hecho traumático. Y hay una clave para reducir el riesgo: el correcto manejo del estrés después del suceso.

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Los recuerdos involuntarios y reacciones de ira, susto o rechazo son algunas de las señales del trastorno por estrés postraumático. Foto: Shutterstock

Las estimaciones de la Asociación Americana de Psiquiatría establecen que las mujeres tienen el doble de probabilidades de tener un trastorno por estrés postraumático. Y los grupos étnicos que en ese país son minoritarios, como los latinos, afroamericanos e indígenas norteamericanos tienen más altas tasas que la mayoría blanca. Es un asunto de vulnerabilidad.

El miedo no es la única emoción involucrada al revivir un mal momento. La tristeza, la ira y la sensación de aislamiento o insensibilidad también son frecuentes. Por eso es común evitar las situaciones y a las personas que traen esos recuerdos, así como reaccionar fuertemente al ruido o al contacto físico accidental.

Además, no es necesario que alguien haya estado directamente involucrado en el evento adverso. Basta con enterarse de la muerte violenta de un amigo o familiar o de estar expuesto a información difícil de procesar, como les ocurre a los policías que trabajan en casos de abuso infantil.

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Síntomas del trastorno de estrés postraumático

Los síntomas se clasifican en cuatro categorías.

  • Intrusión: Pensamientos invasivos y recuerdos involuntarios, sueños angustiosos o sensación de dejâ vu tan vívida que la gente realmente siente que está pasando de nuevo por aquello que más temen.
  • Evitación: La persona hace lo posible por no encontrarse con lo que le trae recuerdos. Un lugar, ciertas personas, objetos y situaciones que los lleven a pensar en lo que no quieren. También pueden resistirse a hablar de lo que pasó, y de sus sentimientos.
Algunas señales de PTSD: Evitar lugares, evitar actividades, tener recuerdos repetitivos, no poder concentrarse, tener una conducta agresiva. Foto: Shutterstock
  • Alteraciones en el ánimo y en la cognición: Hay dificultad para recordar datos importantes relacionados con el evento traumático, y también pensamientos negativos sobre uno mismo y los demás. La persona pensará: “Fue mi culpa”, “Soy mala”, “No puedo confiar en nadie”. Podrá sentir horror o vergüenza de intentar actividades que antes disfrutaba o de continuar relaciones con personas importantes en su vida.
  • Alteraciones en la reacción: Estos síntomas pueden incluir estar irritable y tener exabruptos, comportarse de forma temeraria o tener conductas autodestructivas; vivir en sobrevigilancia, asustarse con facilidad o tener problemas para concentrarse y dormir.

Muchas personas experimentan cualquiera de esos síntomas en los días posteriores al hecho violento o triste, pero ser diagnosticado con PTSD equivale a pasar más de un mes con estos malestares de tal manera que afecte sus funciones diarias. Algunas personas estarán libres de efectos por meses solo para manifestarlos luego. La recuperación es especialmente larga cuando está relacionada con otras condiciones como la depresión, el uso de sustancias, problemas de memoria y otras enfermedades físicas y mentales.

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Algunas señales de PTSD: Evitar pensar en lo que pasó, negarse a hablar, asustarse con facilidad, estar irritable, tener pensamientos negativos, estar siempre a la defensiva. Foto: Shutterstock

El sistema de salud del Reino Unido recomienda buscar ayuda profesional (médica o psicológica) si usted o su niño tiene problemas cuatro semanas después de la experiencia traumática, o si ve que no puede manejar los síntomas.

La buena noticia es que el trastorno puede tratarse exitosamente, incluso si se desarrolla muchos años después del hecho desencadenante. El tratamiento depende de la severidad de los síntomas y cuánto tiempo ha pasado desde que iniciaron. Su tratante podría recomendarle:

  • La espera activa, en la cual se monitorean los síntomas para ver si están mejorando o empeorando a partir de que empiece la terapia.
  • Medicamentos antidepresivos.
  • Psicoterapia, como la terapia cognitiva conductual aplicada al trauma o la desensibilización y reprocesamiento mediante movimientos oculares (para esto se requiere un profesional entrenado en EMDR).

Diferencias del trauma en niños y adolescentes

El Instituto Nacional de Salud Mental de EE. UU. advierte que los niños y adolescentes pueden tener síntomas extremos relacionados al trauma bastante diferentes a los de los adultos. En los menores de 6 años, esto puede manifestarse como:

  • Mojar la cama después de haber aprendido a usar el baño.
  • Tener un retraso en el aprendizaje del habla u olvidar cómo hablar, si ya lo habían hecho.
  • Narrar o actuar el evento traumático durante el juego.
  • Aferrarse más de lo usual a los padres o algún otro adulto.

Los niños mayores y los adolescentes mostrarán señales más cercanas a las que se ven en los adultos. Pero también pueden desarrollar una conducta desordenada, insolente o destructiva. Además, pueden desarrollar sensación de culpa, impotencia y deseos de venganza.

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El trauma no se cura solo

Es importante tratar con ayuda profesional el trastorno por estrés postraumático, pues no se limita a malos recuerdos o emociones fuertes. Un estudio presentado en junio de este año por la Escuela de Salud Pública T. H. Chan, de Harvard, siguió a más de 12.000 mujeres con altos niveles de PTSD, y relaciona esta condición con el declive acelerado en la capacidad cognitiva, específicamente en la memoria que usamos al aprender y trabajar, así como en la velocidad psicomotriz y en la atención. El declive cognitivo está fuertemente asociado con la enfermedad de Alzheimer y otras demencias.

Algunas señales de PTSD: Evitar lugares, evitar actividades, tener recuerdos repetitivos, no poder concentrarse, tener una conducta agresiva. Foto: Shutterstock

En un mundo que aún no ha superado los efectos de la pandemia por COVID-19, esto es relevante. La Universidad de Curtin, en Reino Unido, presentó en julio de este año un reporte según el cual 8 de cada 10 británicos que buscaron apoyo en una red nacional de consejería (National Bereavement Partnership) por haber perdido a un ser querido a causa del coronavirus tenían síntomas alarmantes de PTSD. También había signos moderados y severos de ansiedad y depresión.

La autora principal, profesora Lauren Breen, reflexiona en lo que esto significa para los familiares y amigos de los más de 6 millones de personas que han muerto por el virus en todo el planeta. “Este sondeo indica una preocupante sombra de la pandemia”, dijo. “Los deudos que acudieron a National Bereavement Partnership también reportaron un duelo disfuncional, deseos de morir para reunirse con los fallecidos e incapacidad para asumir sus responsabilidades en casa”.

De acuerdo a la organización benéfica PTSD UK, un 20 % de los casos globales de PTSD se deben a la muerte inesperada de un ser querido.

Breen dice que esto crea la necesidad de que los consejeros estén alertas a un rango más amplio de problemas psicológicos relacionados con la pandemia, y que puedan referirlos a profesionales especializados en tratar la intersección de duelo y trauma.

El coautor Robert Neimeyer, director del Instituto Portland para la Pérdida y Transición, explica que uno no pierde solo a un ser amado, sino que también pierde la sensación de previsibilidad, de justicia y de control sobre las circunstancias, todos temas cruciales que deben tratarse durante la terapia. (F)