Consentimiento, ¿qué es? Básicamente, es el criterio que permite que el acto sexual sea legal. La edad mínima varía de país en país, y en Ecuador, la Corte Constitucional la ha establecido en 14 años, cuando ocurre entre adolescentes.
Pero la sexualidad es un terreno demasiado amplio, con muchas áreas desatendidas, especialmente en la educación. “Se tiende a pensar que el acto sexual es exclusivamente la parte coital, y no es así, puede haber sexo oral, toques, roces de cualquier índole”, explica el psicólogo clínico Rodolfo Rodríguez.
Publicidad
El consentimiento implica tanto decir que sí como decir que no, enfatiza este especialista en sexología, que trabaja con adolescentes y adultos. “El ‘sí’ debe estar en juego en el proceso, de principio a fin, y el ‘no’ se puede expresar desde el inicio o en cualquier parte de la actividad sexual, incluso hasta en el final”. Si estas condiciones no se cumplen, hay una violación de los derechos de la persona.
El factor o condición principal es la edad, tanto cronológica como psicológica. “En Ecuador, el Código de la Niñez y Adolescencia tipifica que el adolescente lo es de los 12 a los 18 años. La edad es crucial porque permite entender el grado de madurez de la persona. Pero hay que ver también los factores psicosociales, capacidad académica, estrato social, para saber si tiene las facultades necesarias para dar consentimiento a la actividad sexual”, detalla Rodríguez.
Publicidad
En 2021, la Corte Constitucional ecuatoriana resolvió que las personas a partir de los 14 años tienen la capacidad de consentir en una relación sexual con otros adolescentes. En la escala de valores se ha considerado la violencia, grado de madurez, diferencia etaria, intereses superiores, justicia específica y protección. Este grupo de criterios, dice Rodríguez, es deficiente y no aplica a la realidad de los niños y adolescentes en Ecuador.
Insiste en que es prioritario el análisis de la edad más las diferencias sociales, la capacidad cognitiva, psicológica y emocional del sujeto, las circunstancias y la forma en que se ha realizado el acto sexual, para determinar que no haya un estupro, coerción o manipulación, “por la diferencia entre las edades de los chicos”.
Además, expresa, hay que entender que hay diversas formas de abuso sexual; este no siempre es físico, puede ser digital. “Las variables son múltiples, y en Ecuador tenemos tantas carencias que debemos hacer una escala ajustada a nuestra realidad, más simple y básica que la que se está proponiendo”.
El objetivo del nuevo estándar de la Corte para valorar el consentimiento es evitar la criminalización sexual de los adolescentes (280 presos por esta causa en Ecuador). En opinión de Rodríguez, esta no es una estadística convincente. “Lo estamos abordando desde la criminalización, una óptica negativa, cuando la óptica adecuada es saber qué herramientas se les está dando a los adolescentes para ejercer sus derechos sexuales y reproductivos. La escala necesita un ajuste biopsicosocial”.
En países del primer mundo, alega, la edad del consentimiento es de 16 años, “pero es otra realidad, otro nivel de educación sexual”. Nuestros adolescentes, reflexiona el psicólogo, no están listos para esto. “Tenemos que entender cómo funciona el cerebro adolescente, en qué condiciones están tomando ellos decisiones y así hacer un marco legal que defienda a la población general”, y no solo a un grupo que necesita acciones legales de corrección.
En vez de evitar la criminalización, esto generaría un auge de problemáticas: violaciones, abuso sexual, estupro, embarazo adolescente, enfermedades de transmisión sexual y abuso de métodos anticonceptivos de emergencia.
“Estamos rompiendo el esquema al poner una edad muy temprana en una de las condiciones de mayor riesgo. Recordemos que Ecuador llegó a tener el primer lugar en embarazo adolescente en Latinoamérica” (actualmente es el segundo).
Buscando soluciones desde la educación sexual
El cerebro pasa por diferentes etapas. Entre los 6 y 8 años empieza el pudor y la separación entre niños y niñas. Alrededor de los 12 años, en la pubertad, es reemplazado por la curiosidad por el otro. Y en la etapa colegial exploran su sexualidad de manera “explosiva”, indica Rodríguez. Hay curiosidad de lo que pasa en el propio cuerpo ante los estímulos del género opuesto o del mismo género.
Las decisiones que tomen estarán directamente vinculadas a la cantidad de conocimientos adquiridos, la experiencia vivida, las condiciones de vida, la relación con los padres, el marco legal y los factores de riesgo. “Así aprenden qué está bien, qué está mal, a qué le pueden decir que sí y a qué decir que no”.
El adolescente, por lo general (el adulto no está exento), toma las decisiones siguiendo un proceso trastocado: primero actúa a partir de sus impulsos físicos, después lo relaciona con las emociones que esto le genera, y al final reflexiona: esto no estuvo bien, esto no me convenía.
Hay que enseñarles a actuar al revés, dice el psicólogo. “El adolescente debe usar su razón como filtro para la toma de decisiones, para después conectarlo a la parte emocional, y al final involucrar su cuerpo”. Sin eso, no hay marco de referencia para decir que sí o que no, es decir, para dar un genuino consentimiento.
La deficiencia tiene origen en el hogar. Los jóvenes usan como molde lo que ven en los padres. Luego vienen los medios de comunicación, el sistema educativo y el marco político y social. “Si comenzamos a modificar variables para que al cerebro de los adolescentes llegue información, y podemos mover la parte emocional, podemos tener resultados”.
Los sexólogos, por ejemplo, no educan solo con teoría, sino que comprometen la emocionalidad. Así el joven se identifica con los problemas, pero también con las soluciones. Porque como enfatiza Rodríguez, “esto es un problema, pero también hay soluciones”.
- El primer objetivo son los padres o representantes del adolescente. Estas personas son responsables de educar en sexualidad desde los valores que tengan en casa.
- La familia recibe la teoría (lo genérico) y las herramientas para hablar de sexualidad, y personaliza estos recursos de acuerdo con el perfil del hogar. Tenga en cuenta que un profesional no les dirá a los padres qué está bien o está mal, sino que les dará información sobre lo que es saludable y lo que no lo es.
- El siguiente grupo son los docentes, que también necesitan proporcionar información correcta.
- Lo saludable es dar información completa. “Lo no saludable es dar fragmentos de educación sexual y dejar de lado el resto por factores personales o políticos”.
- La emocionalidad es el camino para llegar a la población adolescente. “Una de las cuestiones que nos lleva a incursionar en actividad sexual es la atracción, que va mucho más allá de lo físico”. (F)