Eso de “octubrinos siempre” no es una utopía. En medio de las crónicas rojísimas siempre pienso que hay más gente buena que mala en nuestras calles. Lo importante, lo vital, son nuestras acciones para ayudar a una convivencia pacífica, en la que la tolerancia, la actitud, la sensibilidad hacia todos sean parte de la vida.