Cuando me preguntan por mis libros preferidos del 2024, no sé si se refieren solo a los libros publicados durante ese año o a todos los que leí en aquel lapso, independientemente del año de su publicación. Leo novedades, aunque confieso que no siempre, pues creo que las lecturas van más allá de esa etiqueta.
A veces nos encontramos con libros que, aunque publicados hace tiempo, resultan verdaderos descubrimientos y se convierten en novedad personal, a contracorriente de lo que diga el ritmo del mercado editorial.
O, por el contrario, movidos por los medios, volvemos la mirada a los clásicos. ¿Quién no habló en 2024 de Pedro Páramo o de Cien años de soledad? ¿Quién no conversó de sus adaptaciones a la pantalla? Tal vez algunos, inspirados por las imágenes de Netflix, fueron a releer las obras de Juan Rulfo y Gabriel García Márquez. Y a lo mejor no faltaron quienes por primera vez se adentraron a las páginas de esos libros, que son ya patrimonio latinoamericano.
Hablando de Gabo, y a propósito de mis lecturas preferidas del año, no puedo dejar de nombrar su novela En agosto nos vemos, una novedad en todo el sentido de la palabra, pues cuando creíamos que del premio nobel de literatura colombiano ya lo conocíamos todo, llega esta obra publicada de manera póstuma. Que es un libro menor, que no debió publicarse, dicen algunos. En sus páginas encuentro la adjetivación de la que es dueño García Márquez, su pulso narrativo, su fijación por los detalles que configuran y perfilan a los personajes, y eso hace que valga la pena haberlo leído, aunque, por supuesto, se extraña al Gabo excelso de los años mozos.
Celebro, asimismo, que dos autoras guayaquileñas que surgieron en las décadas de los 80 y 90, y que hacía tiempo no publicaban, volvieran a entregarnos su narrativa. De Carolina Andrade recibimos A orillas de un relato, novela intelectual y a la vez lúdica. La obra exige del lector, a la par que ser testigo de lo que cuenta la narradora protagonista, descifrar el juego de identidades y roles en que se convierte esta propuesta de escritura. El libro obtuvo el Premio Joaquín Gallegos Lara que otorga el Municipio de Quito.
De Liliana Miraglia nos llegó París 5. Mediante esta novela breve no solo conocemos París, sus calles y lugares, y las sesiones de psicoanálisis a las que acude la narradora protagonista, sino que acompañamos siempre a este singular personaje. Conocemos sus incertidumbres, decisiones o indecisiones, sus acciones y omisiones. Está allí la vida diaria. La cotidianidad. El acierto de Miraglia está en construir a partir de estos elementos una obra entrañable.
Y como en este espacio hablo de mis lecturas queridas del 2024, incluyo a la novela Fiebre de carnaval. La obra de la autoría de la escritora Yuliana Ortiz Ruano se publicó en 2022; sin embargo, llegué a ella a principios del año pasado. Es un libro poderoso por su narrativa, que se nutre de oralidad, de ritmo y sonoridades afro y, sobre todo, por lo que muestra. Retrata un microuniverso de historias que conmueven, asombran o duelen. En los 16 capítulos o estampas que contiene el libro, Ainoha, niña esmeraldeña, nos hace partícipes de lo bello y de lo atroz. De lo festivo y del horror. La sororidad se siente y se vuelve esperanzadora en este libro.
También destaco otra novela a la que llegué en el 2024: Trajiste contigo el viento, de la escritora Natalia García Freire, una autora cuencana que insufla sencillez y poesía a su narrativa. La naturaleza, las tradiciones, los estigmas y supersticiones se conjugan con los personajes de esta historia, habitantes de un pueblo llamado Cocuán. Esa mirada a la ruralidad, a lo pequeño, alejado del ruido de las grandes ciudades, de la vida actual de redes y tecnología, hace de esta una obra hermosa. El lector entra a un mundo en el que halla, a la par, fascinación y una cierta tristeza.
Hay tanto por leer. Tengo muchos libros sobre mi velador. Esperan turno. Que las horas se multipliquen para ese sano placer que es la lectura. ¡Feliz 2025! (O)