El fallecido escritor Eliécer Cárdenas era admirador de Julio Cortázar. Por ese motivo, cuando el narrador cañarense tuvo la idea de formar una agrupación cultural, pensó que esta debía llamarse Casa Tomada, tal como el título de uno de los cuentos de su admirado escritor argentino.
Y fueron los integrantes de Casa Tomada, colectivo ahora presidido por el cineasta Carlos Pérez Agusti, quienes idearon un homenaje para Eliécer Cárdenas a través de una bienal que llevara su nombre. Con el auspicio de la Prefectura del Azuay y de la Universidad de Cuenca, pudo concretarse en este 2023 la Primera Bienal de Narrativa Eliécer Cárdenas, justo al cumplirse el segundo aniversario de la muerte de este hijo predilecto de Cuenca.
Revisar, estudiar y difundir la obra de Cárdenas es el objetivo de esta bienal, que en su primera edición se desarrolló del 7 al 9 de noviembre en la Universidad de Cuenca con la participación de escritores e investigadores de Guayaquil, Quito, Cuenca y Loja, como Álvaro Alemán, Fernando Balseca, Martha Rodríguez, Cecilia Velasco, Hans Behr, Iván Rodrigo Mendizábal, Iván Petroff, María Augusta Correa, Ernesto Arias, Rodrigo Aguilar, Susana Álvarez y otros más, bajo la coordinación de Jackie Verdugo.
En esta cita se analizaron los libros conocidos de Cárdenas y muchos otros de los que apenas el gran público sabe sus nombres, puesto que el autor dejó como legado una extensa obra literaria que abarca novelas, cuentos, piezas de teatro y artículos periodísticos.
Aunque se lo identifica más por su novela Polvo y ceniza, Cárdenas escribió muchas obras que pueden considerarse también maestras, como la titulada El pinar de Segismundo, y acaso su novela inicial, Juego de mártires, cuyo análisis me correspondió. Se trata de una novela polifónica, de múltiples voces, en la que el autor interioriza en la subjetividad de los personajes, en un entorno familiar opresivo y conservador. Asimismo, alterna temporalidades y, a la par que narra, pasa revista a la cultura y el entorno social de las épocas narradas. Ronda en esta novela la idea del incesto. Me parece incluso que a esta obra pueden atribuírsele tintes feministas.
También, la Bienal Eliécer Cárdenas tuvo otro componente: el concurso de novela, que en su primera edición eligió como ganadora a la obra titulada Las palabras del aire vacío, la novela de Kafka, del manabita Jehovanny Benavides.
Larga vida a la Bienal Eliécer Cárdenas y a la literatura de este autor prolífico y discreto, que, como lo expresó Fernando Balseca, escribió profusamente en un país sin editores.