En nuestra portada tenemos el evento televisado de esta noche (pág. 18). La 93.ª entrega de los premios Óscar tuvo que postergarse dos meses; algunos optimistas de la Academia de Artes y Ciencias pensaron que así podrían realizar la gala de forma normal. Pensaron “ojalá”, y nada que ver. Solo 200 personas en aforo mínimo estarán en la alfombra roja. Desde mi trayectoria a Júpiter, creo que será imposible ver el evento en la nave, a no ser que descubra algún botón milagroso que Stanley Kubrick no mostró en su fantástica 2001: Odisea del espacio.
Los premios Óscar en tiempos de ‘streaming’
Este año una altísima dosis de las películas nominadas fue producida para la “pantalla chica”, como algunos tradicionalistas despectivamente se refieren a lo que primero fue una tendencia y ahora es una auténtica revolución. Y cinéfilos como yo, navegando en naves inspiradas en clásicos del cine que vimos en enormes proyecciones (2001 la vi en Cinerama, en una gigantesca sala de Broadway en 1968), buscamos todavía esos tesoros que marcaron otros tiempos. Tengo mis preferidas para hoy: Minari y Nomadland. Uno de los aspectos positivos de esta nueva era en la industria es cómo el streaming ha realzado el cine independiente y filmes de bajo presupuesto, que pueden venir de cualquier latitud.
Pero Martin Scorsese no está sonriendo. “Federico Fellini se convirtió en algo más que un cineasta, era una influencia que parecía permear toda la cultura. Volver a sus películas, a la época que iluminó, permite cuestionar la devaluación actual del Séptimo Arte”. (O)