La vida en la sociedad civilizada requiere que el ciudadano respete principios morales, cívicos y legales que auspician e intentan garantizar el buen vivir. Para desempeñar exitosamente su papel en su interacción social (buscando el buen vivir), el individuo debe empezar por respetarse a sí mismo y a los valores que representa.

El autorrespeto es la concepción que uno tiene sobre el valor de su identidad, de sus actitudes hacia la vida, de su integridad, de sus compromisos adquiridos hacia fomentar el bien común, experiencias que convergen hacia un sentimiento de satisfacción por lo logrado y una reafirmación de su vocación de ser un buen ejemplo para el prójimo.

Las manifestaciones del autorrespeto usualmente las encontramos en la alta autoestima, el sincero amor propio y en la expresión de la confianza en sí mismo como estándares de vida. No se necesita validación externa; es suficiente con reconocer, respetar y hacer respetar estos valores intrínsecos y establecer límites (definir lo que se aceptará y no se aceptará de la vida) para proteger nuestra salud mental y emocional.

Se deben plantear objetivos realistas y específicos (no buscar la perfección) para estar seguros de poder lograrlos y así afirmar la autoconfianza. Si no se alcanza una meta, hay que reconocer el fracaso, aprender de la experiencia, de los errores cometidos, sin comprometer la autoestima. Cuando el resultado de nuestro emprendimiento es exitoso debemos celebrarlo con entusiasmo y con derecho; esto fortalecerá nuestra autoestima y creará un ambiente de motivación y optimismo frente a nuevos desafíos.

Esta cualidad de respetarse a sí mismo hay que honrarla; no debe ser negociable frente a las tentaciones que puedan presentarse en determinado momento. La primerísima defensa del autorrespeto es la integridad (“mantener la honradez aun cuando nadie esté mirando”). Por definición, entonces, ningún delincuente pasa esta prueba. Para fortalecer el autorrespeto es necesario conocer nuestras fortalezas y nuestras debilidades. Utilizando las primeras ampliaremos nuestro radio de acción positivo. Al tener en cuenta las segundas aprenderemos a respetar los límites de nuestra eficacia sin perder las oportunidades de acercarnos paulatinamente a las áreas en duda, adquiriendo más autoconfianza en el camino. (O)