Antropofagia es una obra que contiene nueve cuentos escritos por Anthony Cedeño, autor guayaquileño nacido en 1997, quien firma con el seudónimo Anjoss su libro debut.

El narrador protagonista de estos cuentos es un joven médico, del que no sabemos su nombre, solo sabemos que trabaja en un pueblo remoto, enclavado probablemente en la serranía, donde hace frío y se está lejos de todo lo que se tiene en la vida urbana. Allí hay montañas, vegetación, viento, ríos, caminos, sonidos, ecos. En esta localidad se vive una conexión directa con la naturaleza.

Portada de ‘Antropofagia’, de Anjoss (Anthony Cedeño). En 2018 publicó ‘El llanto de córnea’. Foto: Cortesía

Los habitantes, seres llanos, en su mayoría, creen en muertos, aparecidos y seres del más allá. En maldiciones y conjuros. Así también en la influencia del pasado, cuyos sucesos habitan no solo en la memoria, sino que se almacenan en el cuerpo y se manifiestan de múltiples modos. Porque el cuerpo habla. En este lugar todos se conocen y el rumor se expande con facilidad.

En los cuentos se lidia con la enfermedad, con la muerte, con los enigmas. Las historias tienen como eje cuerpos dolientes, afectados por algún padecimiento, a los que el médico buscar sanar. Para ningún mal de los habitantes de este pueblo lejano el médico encuentra una explicación científica. Cada dolencia roza lo extraño. Lo asombroso.

Tienen un tinte fantástico estas narraciones, llenas de personajes a los que el origen familiar marca. A un hombre le crece vegetación en una herida. Una joven mujer pierde repentinamente el habla. A otro le dan convulsiones. Así, en cada relato se expone un mal. Los personajes son seres sufrientes, algunas veces resignados, y otras con esperanza de curarse, por lo cual recurren al doctor.

En los cuentos se aprecian dos vertientes: una es la ciencia, encarnada por el médico; la otra, el saber ancestral, representado sobre todo por Josefina, una anciana del lugar, especie de chamana. Ella puede hablar con la naturaleza.

El médico no impone su criterio como lo único válido. Tampoco descarta el conocimiento y la cultura del pueblo. Por el contrario, este joven profesional escucha, conversa con los habitantes, investiga, se entera de las historias que se cuentan. Lejos de producirse un choque, una lucha entre ciencia y lo que podría encasillarse a primera vista, tal vez, como superstición, se entreteje un enriquecedor diálogo.

Decía la dos veces premio nobel Marie Curie: “Nada en la vida debe ser temido, solo comprendido. Ahora es el momento de comprender más para temer menos”. Esa es la premisa, al parecer, del joven médico, una especie de alter ego del propio Anthony Cedeño, quien es médico como el personaje de su libro.

Los cuentos no poseen título, solo un número romano los identifica. Son historias independientes que tienen como hilos conductores la enfermedad del cuerpo o de las emociones, el médico como narrador protagonista y Josefina como la conocedora de los secretos ancestrales. Entre uno y otro cuento existen unas líneas, a manera de poemas, que son como eslabones.

Pienso que este libro podría leerse también, acaso, como una novela, en la que el narrador protagonista muta, experimenta una especie de renacimiento. Es como si le tocara desaprender para volver a aprender.

Considero el libro Antropofagia un auspicioso debut literario de Anthony Cedeño. En estos cuentos, vida y muerte se juntan, pues no es posible una sin la otra. Es una obra filosófica y poética, honda y contemporánea. (O)