La familia tóxica es conflictiva, disfuncional, guiada por padres emocionalmente inmaduros, usualmente llenos de traumas no resueltos, a menudo complicados con problemas de alcohol o drogas ilícitas. Son negligentes y egoístas en la formación de sus hijos y no reflexionan sobre el efecto que sus actos tendrán en el futuro de ellos. No admiten sus errores y más bien culpan de ellos a otros, complicando más aún la búsqueda de soluciones.