Suele ser común, cuando se habla de comunicación, traer a la mente el famoso esquema que muestra el emisor, receptor, canal y mensaje. Si aún se encuentran satisfechos con ese esquema, permítanme indicarles que ya lleva varias décadas de desactualización.

La comunicación no puede simplificarse tan solo en un esquema, pues la verdad sea dicha, es más cercana al arte –por las expresiones que conlleva– y es tan particular como cada persona que habita en este mundo. Lo explicaré más detalladamente a continuación.

1. La comunicación es una transferencia, no una emisión. Una transferencia, por ejemplo, la bancaria, se puede realizar cuando se tiene una posesión, en este caso los fondos necesarios. Asimismo, una persona que comunica transfiere a los demás su propia identidad, es decir, se vuelve capaz de ser conocida al mostrarse quién es. Por esto, una buena conversación puede sintonizar perfectos desconocidos en muy corto tiempo.

2. Transfiere mucho más que un mensaje. Una señal de tránsito muestra un mensaje, pero las personas transferimos criterios, actitudes, intereses, emociones, entre otros. Es decir, la comunicación promueve el desarrollo de puentes que nos permitan conectarnos con los demás.

3. La conexión genera una acción. Al recibir la transferencia citada en el párrafo anterior se toca el mundo interior de las personas y se generan las percepciones. Estas, a su vez, suscitan las emociones que son las encargadas de dar paso a las acciones.

4. El canal –o medio– es sumamente importante para la transferencia. Por ejemplo, para convocar a una reunión, varias veces he escuchado la frase “ya comuniqué con un e-mail”. Debo indicar que el e-mail es un canal muy ineficaz para trasladar emociones y promover acciones. Si necesita persuadir, promover, edificar, o simplemente llegar a consensos, nada supera a una buena conversación cara a cara. La riqueza de la interacción hará que la transferencia emocional sea mucho más completa. Pero, en este mundo donde la presencialidad ya no es una constante, se puede recurrir a las videoconferencias o llamadas telefónicas.

La buena comunicación, así como el arte, conecta a las personas a través de las percepciones y genera comunidades de interés. ¿La comunicación ha generado una comunidad en su organización? Si no es así, láncese a la aventura de mostrar su identidad, única e irrepetible, y sintonizar con el fascinante mundo interior de los demás. (O)