Quienes tienen prediabetes o diabetes y son jóvenes y aún asintomáticos pueden crearse la falsa sensación de que la enfermedad no es tan terrible o aún no ha llegado el momento para cuidarse en serio.

Un estudio publicado en la Revista Internacional de Obesidad (Londres) determinó en 2007 que el factor más importante y modificable para prevenir el sobrepeso infantil (que con frecuencia conduce a diabetes y a obesidad) es la manera en que el niño pasa su tiempo después de la escuela. Los niños y niñas que pasan menos tiempo en entretenimientos pasivos, como ver TV, tienen menos probabilidades de tener sobrepeso al cumplir los 12 años. ¿Qué hacen sus niños después de clases? ¿Vuelven a conectarse?

Un informe del Departamento de Salud Pública de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (2013), dirigido por la doctora Marit B. Rise, consultó a personas que, luego del diagnóstico de diabetes, habían hecho cursos de cuidado personal, y las respuestas parecen sugerir que adquirir conocimiento sobre cómo cuidarse no es suficiente.

Publicidad

“En especial, si nos parece que la enfermedad ‘no es para tanto’ o si parece que los cambios nos quitarán demasiado tiempo”, escribió la doctora Rise. Es necesario tomar la responsabilidad del manejo de la propia salud y recibir confirmación de que la nueva forma de vivir es, en efecto, saludable.

El manejo de la enfermedad es crucial en la diabetes tipo 2. La autoeducación provee el conocimiento necesario para hacer cambios en el estilo de vida, pero lo más relevante es mantenerlos. Muchas personas reciben esta información de sus médicos y llegan a dar los primeros pasos, pero no por mucho tiempo.

Hay cuatro factores que motivan a las personas a persistir en el cambio: el apoyo de otros, la formación exitosa de nuevos hábitos y, lamentablemente, el haber experimentado alguno de los efectos de la enfermedad y el miedo a las complicaciones.

Publicidad

Los que educan en diabetes deben estar conscientes de estos obstáculos para persuadir de los beneficios de apegarse a una rutina de autocuidado, sobre todo a los pacientes asintomáticos, los que creen que no pasa nada.

Siete aspectos en los que usted puede ayudar a su médico a combatir la diabetes

La adherencia al tratamiento depende de la voluntad del paciente, dice la doctora María Eloísa García, especialista en nutrición y subespecialista en soporte nutricional en cuidados críticos. “Son cambios radicales de estilo de vida para muchos, está en juego la voluntad y la honestidad”. ¿Se ha medido el azúcar? ¿Qué valores tiene? ¿Ha comido en exceso algo que no debería?

Publicidad

Una costumbre útil es llevar un diario con las anotaciones de comportamientos y valores: el nivel de azúcar en ayunas, y otro en la noche, para saber si la medicina que está recibiendo logra cubrir sus requerimientos por 24 horas.

Los cuatro pilares del estilo de vida en diabetes

La actividad física, la alimentación saludable y los controles médicos, como los describe García, son básicos y conocidos de todos o la mayoría de los que luchan con la diabetes.

Sin embargo, dicen los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades de Estados Unidos, hay un paso esencial que muchos pacientes se saltan: estar al día en sus vacunas.

¿Por qué es tan importante? Cada año, miles de adultos se enferman con algo que pudo prevenirse con una vacuna. En diabetes, el sistema inmune tiene más problemas para combatir las infecciones. Adicionalmente, estos pacientes tienen un riesgo mayor de que esas enfermedades les causen efectos serios.

Publicidad

“En un grupo, el azúcar en la sangre puede elevarse cuando tiene una enfermedad infecciosa”, explican los CDC. “Otro grupo, en cambio, pierde las ganas de comer y los niveles de azúcar caen. Es importante monitorear el azúcar más a menudo cuando se está enfermo”.

Los CDC incluyen en su lista la vacuna contra la influenza (una vez al año), la triple contra tétanos, difteria y tos ferina (una dosis cada 10 años), la vacuna recombinante contra el herpes zóster (para mayores de 50 años), la vacuna contra el neumococo (una vez antes de los 65 años, dos veces luego de esa edad) y la vacuna contra la hepatitis B. (I)