Incluso el nombre “edulcorante no nutritivo” enfatiza que no tienen ningún contenido nutricional: sin vitaminas, minerales ni calorías, al menos muy pocas.

En noviembre, la Academia Estadounidense de Pediatría emitió una declaración normativa sobre el lugar que tienen estos edulcorantes no nutritivos en la dieta de los niños, y mencionó que ahora se encuentran en mayores cantidades en los alimentos y otros productos en el mercado y que, por lo tanto, los niños y adolescentes los están consumiendo más. Esto está sucediendo ante la ausencia de datos que determinen si estos sustitutos ayudan a controlar el peso o cómo afectan las preferencias gustativas de los niños al crecer.

“Antes que nada, la información que tenemos sobre los edulcorantes no nutritivos y su seguridad a largo plazo es limitada”, dijo Carissa Baker-Smith, autora principal del estudio, y profesora de Cardiología Pediátrica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland.

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¿Son peligrosos?

Ha habido rumores en el pasado de que ciertos edulcorantes no nutritivos pueden ser carcinógenos, sobre todo en dosis grandes, pero en la literatura que se estudió para la declaración normativa no se demostró ninguna asociación.

Allison Sylvetsky, profesora adjunta del departamento de Ejercicio y Ciencias de la Nutrición de la Universidad George Washington, dijo que “si bien sabemos que estos edulcorantes no nutritivos son seguros desde un punto de vista toxicológico, no sabemos si son eficaces para reducir las calorías y ayudar a que los niños reduzcan su consumo de azúcar”.

Las preferencias gustativas comienzan a formarse en el útero, reflejan sustancias presentes en el líquido amniótico y siguen desarrollándose de la infancia en adelante.

Baker-Smith advierte a los padres preocupados por el exceso azúcar, la obesidad, la diabetes y el colesterol alto que no se ha demostrado que consumir edulcorantes no nutritivos contribuya a un peso más sano en niños, aunque quizá pueda ser útil para un plan de control de peso más complejo.

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Aún más, otras investigaciones indican que muchas personas usan los edulcorantes no nutritivos y a la vez siguen consumiendo azúcar. En un estudio realizado por Sylvetsky y sus colegas, con datos de encuestas, se descubrió que “los niños que consumían bebidas edulcoradas bajas en calorías ingerían muchas más calorías en general, así como azúcar añadida, en comparación con niños que consumían bebidas no endulzadas”. El consumo total calórico era similar al de los niños que consumían bebidas endulzadas con azúcar.

Consumo indiscriminado

Este estudio muestra que hay una asociación, pero no puede explicar la causa y el efecto. Tal vez los niños que consumen bebidas dietéticas también se alimentan de comida rápida y bocadillos con azúcar añadida, es decir que quizá consumir bebidas dietéticas sugiere una alimentación menos saludable en general. Pero también preocupa que los edulcorantes no nutritivos puedan tener efectos biológicos sobre el apetito o el metabolismo de los niños.

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Tampoco sabemos, explicó Sylvetsky, cómo diferentes cantidades de estos edulcorantes pueden afectar a los jóvenes, pues tal vez podrían influir en sus preferencias gustativas o la flora bacteriana de su intestino. Las preferencias gustativas comienzan a formarse en el útero, reflejan sustancias presentes en el líquido amniótico y siguen desarrollándose de la infancia en adelante.

Deberíamos regresar a la mentalidad que teníamos sobre los dulces hace tiempo: que son un premio”, dijo Baker-Smith. “Un dulce una vez a la semana, no en cada comida”.

En un artículo de 2017 sobre cómo se desarrolla la percepción de los sabores dulces en los niños, Sylvetsky y sus colegas estudiaron algunos posibles mecanismos mediante los cuales la exposición a edulcorantes no nutritivos desde una edad temprana podría afectar a los niños más adelante. También se preguntaron si el consumo de demasiados sabores dulces a una edad temprana hacía que los niños llevaran dietas insanas. Concluyeron que se requerían investigaciones más profundas al respecto.

En un estudio de 2016 se observó que los hijos de madres que consumían bebidas dietéticas pesaban más cuando cumplían un año que los niños cuyas madres evitaban los edulcorantes, dijo Sykvetsky.

Los dulces como excepción

Si le preocupa el peso de su hijo, Sylvetsky recomendó: “Reemplace las bebidas endulzadas con alternativas no endulzadas, como agua sola. Consuma una bebida endulzada de vez en cuando, ya sea con azúcar o con un sustituto, pero enfóquese en mejorar toda la alimentación”.

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Baker-Smith dijo: “No queremos inculcar que se remplacen los alimentos azucarados con edulcorantes, sino enseñar comportamientos más saludables. Ejercitarse 150 minutos cada semana, optar por comer verduras y frutas en porciones apropiadas y no en raciones para adultos. Deberíamos regresar a la mentalidad que teníamos sobre los dulces hace tiempo: que son un premio”, dijo Baker-Smith. “Un dulce una vez a la semana, no en cada comida”.