Yanet Vélez, de 62 años, camina con esfuerzo para enseñar las pijamas navideñas que expone en su puesto asignado durante este diciembre en las calles Cacique Álvarez y Ayacucho, en el centro de Guayaquil.

Este mes su paso a lo largo de algunas aceras de la Bahía de Guayaquil cambió para ubicarse debajo de una carpa y en un banco plástico dentro de la feria ciudadana que habilitó el cabildo por la temporada navideña.

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Ella es una de los 890 comerciantes que han tenido la posibilidad de participar de esta iniciativa que se toma cuatro calles del centro de Guayaquil, entre esas la Cacique Álvarez.

La tarde del lunes anterior, ella se cubría del sol bajo la carpa y por instantes se levantaba de una silla plástica para enseñar las pijamas a los peatones que pasaban por la zona. “A $ 5, a $ 5″, les respondía a quienes se acercaban a consultar a su puesto.

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Esta es la primera vez que ella puede vender con un poco más de calma por no temer que vaya a ser removida de una acera. En esta actividad lleva 40 años desde que a los 22 debió dejar sus estudios universitarios.

Cuando cursaba el tercer año de derecho en la universidad, la mujer quedó embarazada de la primera de sus dos hijas y debió pausar sus estudios para sacar adelante a su familia. Luego, se dedicó al negocio de comercio de productos varios, una actividad a la que también se dedicó su esposo José Solórzano, quien ya falleció.

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Inicialmente, ella vendía billeteras y carteras provenientes de Perú y luego fue variando con otros productos como ropa, accesorios, antenas, pilas, radios, entre otros.

“Ya me gustó que uno ve la plata a diario. Vi preferencia por mis hijas, tenía que darles otra manera de vida a mis hijas, ahora ellas ya son profesionales, el fruto del trabajo dio resultados. Si uno ha estado en la calle uno quiere que la superen a uno”, dijo con orgullo la mujer.

Una de sus hijas logró graduarse en auditoría y contabilidad y la otra en ingeniería comercial. Actualmente colaboran en empresas, no se involucraron en el comercio autónomo.

“Me siento contenta que se llega a las metas que se proponen y ya estoy enseñada en el comercio y quedarme en casa me enfermaría. Gracias a este trabajo les di estudios a mis hijas”, indicó la comerciante mientras seguía arreglando las pijamas expuestas.

En estos años, deambulando en las calles, se ha mantenido intenso trajinar para vender su mercadería por calles como Colón, Chile, Aguirre y 9 de Octubre e inmediaciones de la Bahía.

En estas jornadas -contó- también ha tenido experiencias negativas de correr para evitar que le quiten la mercadería en controles municipales de anteriores administraciones, en una de esas ocasiones sufrió una caída de una escalera que le afectó gravemente en las rodillas.

“He dañado mis rodillas por andar corriendo que no me cojan, primera vez que tengo un puesto es una buena idea que el alcalde haga esto que nos formalice y ponga módulo. Dios tocará su corazón”, dijo.

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Ahora, Janeth se muestra agradecida de poder ser tomada en cuenta en los planes de formalización del sector comercial autónomo y de darles un espacio en las calles del centro.

En estos días de feria, ella apunta que hay un buen movimiento de asistentes y procura mantener las disposiciones del Municipio como cuidar el aseo del sitio y mantener sus artículos debajo de la carpa, sin ocupar más espacio del asignado. “Hay que vender económico para que la gente compre”, sostuvo.

Luego de la feria, ella sueña con que la Alcaldía les pueda dar un puesto fijo que no implique seguir recorriendo.

“Sería ideal quedarnos en esta calle. Ya no puedo caminar mucho; el dolor es intenso a lo que camino me duele”, comentó la mujer que tiene operada la rodilla derecha y espera realizar lo mismo con la izquierda, puesto que tiene desgaste de la articulación.

En el resto del año, ella se dedica a vender artículos varios dependiendo de la época. En enero, por ejemplo, suele vender ropa cómoda para la época playera y además indumentaria escolar en marzo. “Hay que buscar las distribuidoras, así se gane poco uno se gana por el volumen”, comentó la mujer que aspira a continuar en esta actividad hasta que Dios se lo permita. (I)