Unos llegaron de cantones cercanos o provincias para iniciar sus etapas universitarias en Guayaquil. Al principio hay quienes viajaban a sus provincias los fines de semana, pero a medida que conseguían oportunidades laborales fueron echando raíces en esta ciudad acogiente.

Cientos de universitarios que llegaron a esta ciudad siendo jóvenes ahora son profesionales que laboran en empresas porteñas y que se han adoptado al trajín de esta ciudad con espíritu comercial.

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En el marco de las fiestas julianas, algunos recuerdan lo que los motivó a llegar a la Perla del Pacífico y establecerse.

Para Karen Sotomayor vivir en Guayaquil, una ciudad de más de tres millones de personas según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), fue un sueño que persiguió desde 2011.

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La joven, de 29 años, inicialmente trabajó dos años en Machala (El Oro) para reunir ahorros y poder mudarse. Además, tomó ese tiempo como espera luego de salir del colegio hasta obtener un cupo en la Universidad de Guayaquil para estudiar derecho.

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Con el dinero y la plaza para iniciar su formación profesional, se trasladó a un departamento ubicado en el norte en donde compartió espacio junto con otra estudiante.

“Yo veía a Guayaquil como un país chiquito, porque lo veía como el de las oportunidades”, relata. Y fue así, mientras cursaba sus estudios universitarios consiguió trabajo y poco a poco dejó de viajar a su ciudad natal.

Ella confiesa que aquí echó raíces y, hasta el momento, es el sitio en donde más logros ha conseguido en su vida personal y profesional. Esto, a pesar de haber observado cómo la pandemia minó a la ciudad y creó un escenario de incertidumbre sobre la ola de contagios de COVID-19.

Maité Rambay es otra de las personas de provincia que llegaron a Guayaquil para quedarse. Ella lleva 13 años en la ciudad y no tiene entre sus planes regresar a Lentag, el pueblo en donde radica toda su familia y que está ubicado en la provincia del Azuay.

La mujer, de 37 años, salió de su hogar por una oportunidad laboral en 2009 y junto con ello inició sus estudios de ingeniería industrial en la que considera “su gran ciudad”.

Familias y turistas aprovechan los fines de semana para visitar el parque Seminario. Foto: Jorge Guzmán  Foto: El Universo

“Yo en todos estos años he podido conseguir tres buenos trabajos, enviar un poco de dinero a mi familia y comprarme un carro. No me veo en otro sitio”, cuenta.

Rambay dice que después de vivir más de una década en la ciudad aún se impresiona con la grandeza del río Guayas, la altura de las edificaciones en Puerto Santa Ana o los atardeceres que puede observar desde el mirador de Bellavista y desde el cerro Las Peñas. Asimismo, deleitarse con el caldo de salchicha en un local en la 9 de Octubre, encebollado en la calle Boyacá y Padre Solano y los bolones en el Cristo del Consuelo.

Ella, al igual que Karen, llegó a Guayaquil para iniciar sus estudios y buscar un futuro próspero lejos de sus ciudades de origen. De hecho, la oferta académica de las universidades guayaquileñas y el ADN comercial e industrial que mantiene el Puerto Principal son dos de los factores que les resultaron atractivos para realizar esta migración interna.

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Solo tomando como muestra el universo de estudiantes de otras provincias que concentra la Universidad de Guayaquil, una de las principales de la ciudad, se puede tener una idea del peso que existe en los centros de educación superior.

De más de 60.000 estudiantes, al menos 9.700 (16 %) son de las otras 23 provincias. Allí figuran, con la densidad más alta de alumnado, El Oro, Manabí, Los Ríos y Santa Elena.

Sin embargo, este número se incrementaría si se tomara en cuenta la cantidad de estudiantes que llegan a cursar sus estudios universitarios de otros cantones de Guayas. Solo la provincia, en su totalidad, concentra unos 40.000 alumnos.

Para Tania Gomezcoello, quien es cuencana de nacimiento y vivió gran parte de su vida en el cantón El Triunfo, el llegar a Guayaquil le permitió ampliar horizontes. Si bien cerca del cantón guayasense en el que vivía había una universidad, la oferta académica no se ajustaba a lo que buscaba para su formación profesional.

Estudiantes de Manabí, Los Ríos, El Oro y Santa Elena son los que más acuden al Puerto Principal para iniciar sus carreras universitarias. Foto: Carlos Barros/El Universo. Foto: El Universo

“Yo empecé por viajar todos los días desde El Triunfo para llegar a las clases, salía a las 04:00 para estar en clases a las 07:00″, cuenta la joven, quien desde 2015 decidió radicarse en Guayaquil para culminar sus estudios y optar por nuevas oportunidades laborales.

Y es que esta es una pequeña muestra de que la Perla del Pacífico mantiene la esencia de ser acogiente. Cada año son más los jóvenes que deciden trasladarse desde sus lugares de origen para estudiar y, posteriormente, anclarse en la ciudad.

Gabriel Goyena, de 19 años, aspira a vivir de forma definitiva en Guayaquil. Él retornó, hace unos dos meses, a la ciudad para seguir con su carrera de odontología. “Guayaquil me ha abierto los brazos, como ese papá que espera en la puerta de la casa a que lo visiten, con comida lista y con un sinfín de anécdotas por escuchar y revivir”. (I)