El año pasado, Miguel Mosquera pensó que el padecimiento que atravesaba por la cirrosis desde hace casi un lustro lo alejaría de hacer una nueva vida.

La enfermedad lo consumió en los últimos años, pero se agudizó en 2024. El hombre, de 37 años, llegó a vomitar sangre y a tener la piel totalmente amarilla.

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La cirrosis poco a poco apagaba sus ganas de vivir. Caminar incluso le era difícil, pues los pies permanecían hinchados y tenía el abdomen abultado.

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Mientras recibía tratamientos para la enfermedad estaba en una lista de espera para un nuevo hígado. Durante años perdió las esperanzas hasta que, finalmente en marzo de este año, logró después de un año y medio conseguir un donante y avanzar hacia la cirugía.

Miguel cuenta que recibió la noticia con emoción, pues esto le ayudaría a cambiar su vida 180 grados y dedicarse a lo que más le gustaba: el comercio.

Tres meses después de la cirugía, el jueves 5, él camina a un paso rápido dentro de las instalaciones del hospital Alfredo Paulson, en el norte de Guayaquil. Ríe e incluso hace bromas con sus doctores en las revisiones. Una de las últimas las recibió en esta semana, a poco de celebrar el Día Mundial del Paciente Trasplantado, que se recuerda cada 6 de junio.

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“Yo agradezco tanto esto, recuperé las ganas de vivir y las ganas de hacer algo mejor por mí”, dice Mosquera, quien fue uno de los siete trasplantes hepáticos que se realizaron en este 2025.

Entre el 2009 y este 2025, la Unidad de Trasplante -que se ha ubicado entre el hospital Luis Vernaza y desde hace un año se trasladó al hospital Alfredo Paulson- ha ejecutado 856 de estos procedimientos. De ellos, 354 corresponden a trasplantes renales (entre 2009 y 2025), 318 de córneas (entre 2009 y 2025), 166 hepáticos (entre 2013 y 2025) y 18 cardiacos (entre 2021 y 2025).

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Próximamente espera adicionar el trasplante pulmonar y renopancreático que, actualmente, está en proceso de acreditación.

“El trasplante es una cosa magnífica. A los pacientes les da una nueva oportunidad de vivir mejor y con esperanza”, manifiesta el doctor Gonzalo Benalcázar, jefe de la Unidad de Trasplante del hospital de la Junta de Beneficencia.

El galeno explica que gran parte de los casos que se reciben llegan derivados desde centros de la red pública de salud. Luego ingresan a un proceso de evaluación pretrasplante y se analiza si existen o no contraindicaciones.

De superar todas estas etapas, los pacientes ingresan a una lista de espera que es variable. En el caso de Miguel, la espera fue de un año y medio; a otros les ha tomado mucho más.

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La identificación del donante, la coordinación de la ablación, la ablación y el implante y trasplante pueden tomar al menos dos días.

Para hacer posibles cada una de las cirugías existe un grupo humano de casi 200 personas, entre personal administrativo, médico, enfermeras, camilleros, personal de laboratorio, ambulancia y demás.

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Benalcázar destaca que son profesionales trabajando de forma simultánea por una nueva vida para sus pacientes. “Es un equipo muy grande y eso se nota cuando se hacen trasplantes multiorgánicos. Se puede ver a tres equipos de ablación a la vez, a 100 personas moviéndose simultáneamente”, cuenta.

Desde la Unidad de Trasplantes, y en el marco de la celebración del Día Mundial del Paciente Trasplantado, se resalta este procedimiento que ha salvado vidas.

“Estamos para ayudar a la gente. Somos muy responsables con las políticas de trasplante que están en la Ley Orgánica de Salud. Así que confíen en los programas de trasplante porque estamos para ayudar”, remarca el jefe de la unidad del hospital Alfredo Paulson. (I)