Con una población que sobrepasa los 2′690.000 habitantes y con el arrastre de pérdidas humanas –más de 27.000 por diversas causas en casi 16 meses– y económicas –por encima de los $ 7.000 millones solo en ventas por COVID-19– durante todo este tiempo de pandemia, además de los contagios diarios del virus que no cesan y de otros problemas, Guayaquil se apresta a recordar a su patrono Santiago y a conmemorar con ello los 486 años de su proceso fundacional.

En este mes, al igual que en octubre –cuando se celebra un año más de la independencia de Guayaquil–, la inauguración de obras casi a diario ha sido un sello característico de las últimas administraciones socialcristianas. Pero la llegada de la pandemia movió esta especie de ‘tradición’ y obligó incluso a reorientar y a priorizar las necesidades y la inversión, según su alcaldesa, Cynthia Viteri.

Y no solo aquello. La pandemia también desnudó o visualizó problemas y falencias que se reclamaban con anterioridad desde diversos sectores de la población en áreas como planificación, movilidad, infraestructura (incluso sanitaria), medioambiente, crecimiento demográfico, espacios públicos, entre otros, donde hay deudas pendientes, coinciden entrevistados por este Diario, como arquitectos planificadores y urbanistas, ambientalistas, docentes investigadores, líderes barriales y veedores de servicios públicos en Guayaquil.

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Hay zonas en Monte Sinaí donde todavía el Municipio no puede legalizar los predios. La alcaldesa Cynthia Viteri asegura que aquello se debe a que en decreto ejecutivo del entonces presidente Rafael Correa no se consideraron algunas áreas donde ya vivían familias. Foto: ALEX VANEGAS

Legalización de terrenos, agua potable, alcantarillado sanitario y pluvial; nuevos parques y espacios al aire libre; centros de imagenología en barrios vulnerables y densamente poblados (por las afectaciones médicas que causa el COVID-19); mejorar la transportación local y dar paso a la llamada multimodal (integración de todas las existentes, incluyendo la fluvial), así como replantear la ciclovía y ampliar más espacios para que los ciudadanos puedan movilizase en sus bicicletas de forma segura a sus trabajos y otras actividades son parte de las prioridades que se piden también en los barrios.

Los consultados por EL UNIVERSO sostienen, y recalcan, que es necesario un cambio en la política pública local, donde se escuchen otras voces, se trabaje en las carencias y en los desaciertos, se mire más allá de las competencias actuales del Código Orgánico de Organización Territorial, Autonomía y Descentralización (Cootad), que no consideraba los efectos de una posible pandemia, y se integre a los cantones vecinos, como Daule, Durán y Samborondón, de donde es la mayoría de la población flotante que trabaja, estudia o realiza diversas actividades en Guayaquil.

Que las obras sean pensadas en el beneficio de la mayoría, que sean consultadas con la población y que se escuchen otras voces, piden ambientalistas, líderes barriales y veedores de servicios públicos. Foto: Carlos Barros / El Universo. Foto: El Universo

“El principal problema de la ciudad más allá de la pandemia es político, una visión errática de ciudad… Hay temas que no pueden esperar más. Por ejemplo, la ciudad necesita gestionar la construcción de un metro elevado para unir el norte y el sur (principalmente en una primera línea). Este proyecto de movilidad y transporte público no solo cambiaría las dinámicas en los desplazamientos de la urbe, sino que se convierte en la columna vertebral para articular el sistema integral de transporte y viario (vial) público y en una alternativa factible al urbanismo proautos aupado en las últimas décadas por el oficialismo local”, cuenta el arquitecto David Hidalgo Silva, quien obtuvo un doctorado en Gestión Urbana en Curitiba, Brasil, y maestrías en Gestión Pública; en Diagnóstico y Reparación de edificios, con especialización en regeneración urbana, en España y Polonia.

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Para él también es vital “llevar inversión pública municipal a los sectores más vulnerables y de menor renta para la construcción de equipamiento urbano necesario (con un alto nivel de diseño), todavía ausente o mal resuelto en las últimas administraciones”, así como resolver el problema de suministro de agua potable en Monte Sinaí e incluso ayudar al cantón Durán, considerado parte del Guayaquil metropolitano y de donde viene gran población flotante a esta ciudad.

Por otro lado, agrega, no se puede continuar con el modelo de crecimiento urbano de baja densidad en urbanizaciones cerradas sobre el área metropolitana.

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Servicios básicos, centros de desintoxicación de drogas, legalización de tierras, salud, proyectos ambientales, entre prioridades para Guayaquil, dice la alcaldesa Cynthia Viteri

“Es importante que se gestione suelo en el centro y en otras centralidades de la urbe para que los constructores y promotores inmobiliarios direccionen la oferta habitacional a vivienda de altura en multifamiliares (departamentos, condominios verticales), donde el Municipio podría mediante incentivos tributarios generar las condiciones idóneas para estos proyectos residenciales. En esta misma dirección, Guayaquil (y su área metropolitana) necesita salir de esa inercia política de la vivienda de mercado (unifamiliar y en serie) instaurada por los promotores y mercado inmobiliario local simplemente porque esa expansión horizontal y dispersa como ha sido planteada es irracional”, asegura Hidalgo.

Para Xavier Salgado, ingeniero, ambientalista y especialista en agroecología y desarrollo sostenible, también es necesario que Guayaquil resuelva primero problemas como el sistema de movilidad y la falta de espacios verdes; que se creen nuevos parques sustentables y que sean cercanos a la población para que esta pueda salir a caminar, manteniendo la distancia y sin aglomerarse como ocurre en espacios cerrados donde hay mayor riesgo de contagio de COVID-19.

El bosque seco ubicado en la ciudadela Samanes 1, en el norte de Guayaquil, será convertido en área protegida, según la nueva visión de la dirección de Ambiente del Municipio de Guayaquil. Foto: Cortesìa

“Hacen faltan espacios verdes en Guayaquil a pesar de que el Municipio dice que tenemos sobrepasados los 9 m² de espacio verde por habitante, pero yo que recorro la ciudad, que la conozco muy bien… veo que hacen falta espacios, más ahora con esta pandemia”, indica Salgado, quien también es presidente de la organización Medio Ambiente Ecológico.

Hace énfasis además en que la ciudad debe reducir la contaminación ambiental y preocuparse más por los bosques protectores y también por solucionar ahora en verano los problemas de drenaje que pasan factura en invierno, más cuando las mascarillas que usa la población terminan en las alcantarillas, calles, esteros, ramales del Salado…

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Resalta que el tema medioambiental es importante para la reactivación económica, ya que con la situación actual por la pandemia se necesitan sitios al aire libre para la recreación, para los negocios y otras actividades. Recuerda que cuando se abrieron restaurantes al aire libre o que colocaron sus mesas y sillas en las aceras hubo un problema inicial que no se consideró: el fuerte sol y la ausencia de árboles en este clima tropical.

Pensar también en el río, como una forma de transportación pública masiva a través de embarcaciones fluviales, y mejorar e integrar todos los sistema es otra de las propuestas que hacen expertos y ciudadanos, quienes consideran a la movilidad como unas de las prioridades de Guayaquil en este tiempo de pandemia. FOTO: Carlos Barros / El Universo. Foto: El Universo

Héctor Hugo Ullauri, planificador urbano y docente investigador, cuenta que la prioridad por la pandemia en cualquier ciudad siguen siendo salud y seguridad. Por ello dice que es necesario que Guayaquil se focalice en cuatro elementos:

Uno, los servicios básicos y el mantenimiento de la infraestructura construida. Dos, los proyectos que disminuyan inseguridad y morbilidades (que aumentaron las muertes por COVID-19), “a través de la construcción de infraestructura, planes y programas de gestión para recuperar espacios públicos y fomentar un estilo de vida saludable”.

Tres, obras que dinamicen la economía local, infraestructura de soporte para actividades comerciales, que generen empleo formal temporal y a largo plazo.

“Toma relevancia la calidad del espacio público, la calidad del hábitat natural y de lo construido, ya que esto está generando una mala calidad de vida de la población. Y la solución es conjunta, con la ciudadanía. Ejemplo, hay problemas por repunte de casos de dengue, bueno, cuáles son las causas. Mayoritariamente son por tanques de agua mal tapados, por falta de higiene, vivienda precaria y hacinamientos, que generan contagios intradomiciliarios, etc. Se debe acompañar una campaña informativa. Y trabajar con los observatorios, líderes barriales y academia, para que estos proyectos sean sostenibles en el tiempo. Si no hay un monitoreo constante ni la apropiación de la comunidad, las intenciones se disuelven en el tiempo”, expone Hugo.

Y cuarto, proyectos de inversión, nacional e internacional, donde se consideren las alianzas público-privadas, las público-públicas y de capital privado. También las ONG.


Es necesario un plan maestro

Una reingeniería total para priorizar las obras de Guayaquil. Esa es la solución actual, asegura el arquitecto y urbanista Felipe Espinoza, docente e investigador de la Universidad de Guayaquil. Y para aquello se necesita planificar, empezando con la elaboración de un plan maestro que mire al 2050, dice.

Este plan maestro es un documento que consta de dos partes: el diagnóstico actual de la ciudad y el plan a futuro. En el escrito deben establecerse las pautas a seguir para cumplir con la visión a mediano y largo plazo. Y debe actualizarse cada cierto tiempo.

Según Espinoza, hay cuatro elementos vitales por considerar. El primero, destaca, es un transporte eficiente, enfocado en un sistema intermodal, que incluya a los cantones vecinos (del Gran Guayaquil) y a toda la red: terrestre, aérea y fluvial, aunque a esta última, dice, no se le ha dado el valor y la utilidad del caso.

Segundo, tiene que ser una ciudad compacta, donde se establezcan corredores o zonas para espacios públicos (como la ciclovía).

Hacer zonas francas en Guayaquil como las áreas portuarias y en la zona del aeropuerto es una de las apuestas que exponen urbanistas para el crecimiento y reactivación de la ciudad.

Tercero, economía del plan maestro, que debe incluir al Puerto Marítimo y al aeropuerto José Joaquín de Olmedo, que tiene vida para otros 50 años, “en lugar de estar pensando en hacer uno nuevo”. Aquí, asegura, se deben poner zonas francas y zonas agroindustriales, comerciales.

Cuarto, redensificación (transformar, adaptar, construir dentro de lo existente) de la ciudad, donde se piense en hacer más eficientes a viviendas o zonas más antiguas como las céntricas.

Cuenta que con esto se previenen problemas como los planes de vivienda sociales que se hicieron años atrás sin servicios básicos, como Socio Vivienda, y que después igual tendrá que el cabildo buscar solución a aquello; las fallas y dilemas de la transportación pública como la actual, donde se creó la Aerovía, pero no viajan masivamente los pasajeros como creía el Municipio que iba a suceder; el déficit de espacios públicos, entre otros.

Prioridades en los barrios más poblados

Que se agilice la legalización de terrenos en zonas como Monte Sinaí, la Ladrillera y otras, donde tampoco hay servicios básicos; que se les dote de agua potable, de alcantarillado (como falta aún en algunas zonas de las riberas del Salado); de herramientas para generar ingresos económicos, porque el desempleo y el hambre priman en sectores populares y densamente poblados tanto en el sur como el norte de Guayaquil. Son parte de los pedidos que habitantes, líderes barriales y veedores de servicios públicos le hacen al Municipio de Guayaquil.

Y en tiempo de pandemia, uno de los requerimientos urgentes y que se replican por todos lados es hacer correctivos o mejorar la transportación pública.

“Afuera de la Metrovía, por ejemplo, hacen la cola, pero adentro ya no, ahí ya la gente irrespeta el distanciamiento (físico para evitar posibles contagios de COVID-19)… Y la ATM sabe aquello…”, expone César Cárdenas, coordinador del Observatorio de Servicios Públicos de Guayaquil.

Controles para que la ciudadanía respete el distanciamiento social se han dado afuera de las paradas de la Metrovía, pero una vez adentro, las personas se aglomeran y no hay control, se quejan habitantes y veedores de servicios públicos. Foto: Jorge Aníbal Villón

Otros habitantes coinciden en que escuchan hablar de obras sociales, educativas y de otra índole, pero que por sus sectores estas no llegan o, al menos, no las ven.

En la parroquia Febres Cordero, por ejemplo, todavía esperan el centro cultural afro y el centro gastronómico que la alcaldesa les ofreció públicamente en el 2019. Ella delegó a dos funcionarios municipales, que tampoco volvieron a tener contacto con la comunidad, aseguran.

Aquí, al igual que en zonas del noroeste, piden un centro de imagenología o radiología para los pacientes que han sufrido de COVID-19 y que no pueden acceder a un examen de este tipo por falta de dinero y porque en los centros de salud u hospitales públicos cercanos no tienen.

En esta zona también anhelan la construcción de un centro gerontológico o de un espacio recreativo para los adultos mayores de la zona, que cada vez son más, resaltan.

En los barrios sienten que no son considerados o tomados en cuenta a la hora de la planificación de las obras, en especial de las más urgentes.

“El Municipio debe reorientar el presupuesto… En Guayaquil se deben democratizar, sincerar, sociabilizar las obras (…), el presupuesto participativo (…) como dice en el Cootad, que no puede ser menos del 10 % para los grupos y sectores vulnerables, debe hacerse público, darse a conocer… cómo se gasta, qué se hizo, qué no se hizo con ese dinero (…), dicen que se lo dan a la DASE (Dirección de Acción Social)”, manifiesta Guillermo Leones, dirigente barrial de la parroquia Febres Cordero.

Prioridades para Guayaquil, según alcaldesa

Seguir invirtiendo en salud a propósito de la pandemia del COVID-19, en la legalización de tierras, en dotación de servicios básicos a las zonas que todavía no tienen; en educación, en programas y proyectos; en diversas obras físicas, de infraestructura; en medioambiente, en movilidad; en tratamiento y prevención de drogas, y otras, son parte de las prioridades del cabildo porteño para Guayaquil, enlista la alcaldesa Cynthia Viteri.

A inicios de este mes comenzaron los trabajos de alcantarillado en zonas del noroeste de Guayaquil como Flor de Bastión y Balerio Estacio. Foto: Cortesía Emapag

Ella cuenta que hay sitios en los cuales no han podido legalizar aún los terrenos porque legalmente no pueden, ya que en el gobierno de Rafael Correa no se consideraron algunos espacios. Ahora incluso enviarán un escrito al Gobierno para que dé paso a la legalización de esas áreas para que el Municipio pueda entrar y dotar también de servicios básicos.

En este año seguirán también suspendidas obras que no sean prioritarias, como los centros comunitarios culturales (que se retomarán el próximo año). Se evaluarán también mecanismos para mejorar la transportación como en el caso de la Aerovía, donde viajan pocos pasajeros, expone la alcaldesa.

En el cronograma de este mes de julio estaban agendadas más de 700 obras. Unas serán inauguradas, en otras se comenzarán los trabajos; en algunas se darán mantenimiento y también se harán firmas de contratos. Entre estas constan 297 obras públicas y 26 obras de regeneración urbana. También se entregarán 500 títulos de propiedad y 15 casas en Mi Lote. Además, 1′522.480 personas se beneficiarán de agua potable, entre otros, se indicó. (I)