No importa si es de día o de noche. A cualquier hora, un ratón ingresa por la rendija de la puerta y se pasea por la sala, atemorizando a Soraya hasta los gritos. Se sube a un mueble y aplaude insistentemente para espantarlo y alertar a su hijo Carlos, quien lo corretea con la escoba hasta que regrese a la alcantarilla cercana a su casa, en los alrededores de un mercado informal del suburbio.