Una taza con agua de manzanilla o anís con una pieza de pan puede ser un desayuno regular para los cuatro hijos de Evelyn Cedeño, quien vive en el bloque 9 de Flor de Bastión, noroeste de Guayaquil.

Esta también puede ser la única comida que ingieren los menores durante el día, no alcanza para más.

La familia subsiste con menos de $ 100 al mes que resultan del cobro del Bono de Desarrollo Humano que recibe Evelyn desde hace tres meses y de la venta de artículos por catálogo que ella realiza en el barrio.

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”A veces mis hijos tienen dos comidas, a veces una, porque yo no tengo un trabajo fijo para darles las tres comidas. Cuando hay se les hace una sopita, un arrocito”, relata Cedeño.

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Para la madre de familia, un buen desayuno en su casa es una colada y un pan. La comida la compra y la prepara en el día ya que la refrigeradora está dañada.

“Tengo unos niños que ellos comprenden, porque dicen: ‘Mamá, ¿qué vas a cocinar?’, y si digo que no hay, ellos se retiran sin hacer ningún drama. Pero uno como madre se siente mal porque sabe lo que es pasar hambre y todo. Yo sé que en realidad tienen hambre a pesar de que no lo digan”, cuenta la mujer.

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Ella desconoce si alguno de sus hijos padece de desnutrición o tiene alguna deficiencia en talla y peso, no los ha llevado a controles de forma regular por la dificultad para movilizarse o dejarlos encargados. El hijo más pequeño tiene 2 años y la mayor, 7.

En las zonas en donde se registra un índice mayor de pobreza y extrema pobreza es probable que existan niños con signos de riesgos de desnutrición o con desnutrición crónica, asegura María Gabriela Cucalón, profesora e investigadora de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol).

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Para Cucalón, una forma visible de detectar la desnutrición o el riesgo de contraerla es que los niños evidencian curvas de talla y de crecimiento que no son las idóneas para su edad.

Uno de los factores detectados que desencadenan la problemática, dice la catedrática, es que son familias en las que hay un sobreconsumo de alimentos ultraprocesados por el desconocimiento en la forma de alimentarse.

Evelyn Cedeño recibe donaciones de la fundación Toditititas. La organización le entrega leche, pan, avena, galletas, entre otros alimentos. Foto: El Universo

La Secretaría Técnica Ecuador Crece Sin Desnutrición Infantil suma a este factor el estado de salud del cuidador de los menores y el acceso a los servicios de salud pública y de agua potable, saneamiento e higiene.

Además, se ha detectado que no se continúa con la lactancia materna y no acceden a alimentación regular.

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Cucalón detalla que el 48 % de familias en Ecuador no tiene acceso a una dieta balanceada que sea diversa. Es decir, que incluya dentro de sus comidas principales proteínas, carbohidratos, frutas y lácteos.

“Hay que prevenir, porque así como es crónico el problema, crónica también es la recuperación para los niños”, afirma la catedrática.

En Guayaquil se cita a los sectores de la periferia, en el noroeste, como Monte Sinaí, Nueva Prosperina, Socio Vivienda, La Ladrillera, como los sitios en donde persisten estos factores.

Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut 2018), las provincias con mayores prevalencias de desnutrición crónica infantil en menores de 2 años de edad son Tungurahua con el 41,3 %, Chimborazo con el 39,4 %, Santa Elena con el 39,3 %, Cotopaxi con el 34,8 %.

Estas provincias superan la media nacional del 27,2 %.

En la provincia del Guayas la prevalencia de desnutrición crónica infantil en menores de 2 años es del 22,5 %.

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El Gobierno trabaja a través de diferentes frentes para reducir estos índices. El Plan Estratégico Intersectorial para la Prevención y Reducción de la Desnutrición Crónica Infantil tiene como objetivo disminuir esta problemática en los niños menores de 24 meses del 27,2 % al 10 % al año 2030.

Erwin Ronquillo, secretario técnico de Ecuador Crece sin Desnutrición Infantil, sostiene que se están fortaleciendo los controles de salud desde el embarazo, servicios de protección social y bonos para los primeros días de vida de los niños.

Por la parte privada, varias fundaciones se han abanderado de este tema. La Fundación Unidos, en alianza con la Espol, trabaja en la capacitación de las familias sobre desayunos ideales, manipulación de alimentos, entre otras aristas.

La fundación Toditititas contribuye a mermar el problema de la desnutrición infantil en zonas periféricas.

En Monte Sinaí, por ejemplo, entregan alimentos que recolectan de donaciones de la empresa privada y de familias interesadas en realizar obra social.

Mesas largas se organizan en casas comunales o espacios techados para alimentar a más de 100 niños de ese sector.

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La organización sin fines de lucro está conformada por al menos 15 mujeres que realizan la entrega de alimentos como avena, pan, queso, frutas y otros productos a los menores para los desayunos. Asimismo preparan alimentos y solventan.

El Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) proyecta la entrega de más de $ 38 millones en 2023 a través del bono Infancia Futuro.

En la provincia del Guayas la proyección de beneficiarios de este beneficio hasta diciembre de 2023 es de 14.931. Al corte del mes de febrero se cuenta con 6.463 usuarios beneficiarios del bono.

Esto, además de consejerías dirigidas a las familias de niñas y niños de 0 a 3 años de edad y mujeres gestantes en temas como lavado de manos, lactancia materna, alimentación complementaria y consumo de agua segura. (I)