Este jueves 14 de agosto George Harris llega a Guayaquil con su sexta rutina, El pueblo de uno, en el Centro de Convenciones Simón Bolívar, para hacer reír, pero también para recordarnos que los latinos tenemos una raíz común, la crianza, las referencias y nuestras fronteras, que siempre han sido permeables.

“¡Hace aproximadamente cinco años que no voy a Guayaquil!”, dice Harris, reconocido como mejor comediante por el Miami New Times en 2023 y con 19 años de carrera. “El pueblo de uno habla de nuestra forma de ser, que nos define como comunidad en el mundo”.

Hace catorce años que vive en Miami, y observa que los hispanohablantes siempre tratan de definirse ante el mundo anglo. “¿Qué es ser latino?, ¿qué es ser hispano? De eso hablo, pero a través del humor, con cuentos de mi niñez, de mi madre, del colegio, de cómo nos criaron en Sudamérica, cómo fue la educación y cuáles son los ingredientes para que hayamos salido de esta forma”.

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Harris quiere crear un efecto integrador. “Nuestro público latinoamericano es muy parecido. Nos distanciamos por un acento más andino, más caribe o más planicie, más del norte o del sur, pero tuvimos una infancia muy parecida. La mamá que te saca la chancleta delante de todo el mundo y te amenaza. El merengue en la casa, el ruido, la bebedera”, admite. “El Pueblo de Uno, de alguna manera, define a un continente completo”.

Lo han visto los hispanos en Atlanta, Houston, Dallas, Los Ángeles, y también en el estadio Madison Square Garden y en la sala de conciertos Carnegie Hall, en Nueva York. “Se nos quedó muchísima gente afuera”.

Harris tiene algo más, nada extraño en Latinoamérica: un nombre ‘gringo’. “Un queridísimo y admirado dramaturgo venezolano, que ya no está con nosotros, dijo que siempre se quiere encasillar al latino como gente de hacienda pequeña, donde criamos gallinas y comemos maíz. Y el latino es mucho más que eso. Franceses, españoles, italianos y portugueses nos han moldeado, y él lo dice así: ‘Nosotros logramos ser cualquier francés o cualquier noruego, pero un noruego nunca lograría ser un latino’. Y eso es algo que define mucho este show”.

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Una crianza latinoamericana

Nacido en 1980, Harris defiende su identidad. “Soy hijo de una mujer soltera que me crio sola. La locura total. Mi mamá oía música a todo volumen, pero no música de niños: Amanda Miguel y de ahí para abajo. Me crie en Caracas, en un país que entonces era superpróspero, con José José, con Ana Gabriel, con Luis Miguel. Eso era un bar de rocolera”.

De la boca de mamá, asegura, lo escuchó todo. “Viví una infancia muy divertida, entre adultos, yo no tuve hermanos. Navidades entre adultos, regalos entre adultos. Te convertías en un niño muy maduro. No tengo de qué quejarme, tuve una niñez sabrosa, oía cosas que no tenía que oír y sabía cuando algo me estaban ocultando”.

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Su mamá, a quien llama su musa, vive con él y es parte de su equipo del show de los jueves, en La Scala de Miami. “Lo que más le dice a la gente es: ‘Todo lo que él cuenta es verdad’. Exagero, por supuesto, pero todas mis historias son reales”. Y cuando quiere bromear más en serio tiene el pódcast A quien le toque. “No me gusta ofender a nadie. Trato de no hacerlo, aunque el humor siempre tiene a quien cree que es contra él. Estamos viviendo momentos en donde hay mucha angustia, mucho estrés, mucha depresión, y yo intento alegrarles la vida”.

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Con esta frase se promociona la gira sudamericana de Harris, que de Ecuador seguirá a Perú. ¿Verdadero o falso? “Yo creo que es verdadero. Hemos ido al Palacio Vista Alegre en Madrid (7.000 personas), al Movistar Arena en Santiago, al Luna Park en Buenos Aires, al Madison Square, al Carnegie. Hemos llenado lugares impresionantes. El año pasado hicimos dos funciones de 1.000 personas cada una en Ámsterdam. En mi vida pensé presentarme yo en Ámsterdam. Ni para fumar”.

El formato de George Harris se basa en el stand up comedy, el hombre de pie frente al micrófono, algo de utilería básica y su propia habilidad para mantener interesado al público. “Pero aparte de ser un cuentahistorias, yo soy un costumbrista”, sostiene, “hago crónica de nuestras costumbres latinoamericanas y eso ha atraído a europeos y americanos también, porque cuando tú logras entender el español y las costumbres de un continente, te causa mucha gracia”.

Esa meta no siempre se cumple. El 23 de febrero, en la edición número 64 del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, no hubo risas, sino abucheos, y el venezolano no pudo terminar con su número, a pesar de haber tenido éxito en años anteriores.

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“Nunca debí aceptar esa invitación”, confiesa y explica: “En este momento, por ser venezolanos, tenemos una marca en varios países. No busco culpables, sé que no fue espontáneo. He admirado toda mi vida el festival, una gran plataforma para los artistas, y para mí significaba representar a mi gentilicio”. Dice que recibió amenazas antes de la presentación y por eso no debió ir. “El ruido, que el televidente no oyó, era ensordecedor, no porque el show no gustase, sino por un tema de saboteo”.

Reconoce que es difícil aceptar cuando algo sale mal, pero es lo que habría tenido que hacer si su propuesta hubiese fracasado. “Pero entendí que era parte de un plan, no se logró hacer la rutina que llevábamos, aprobada por el festival, hecha para limar las asperezas entre el pueblo venezolano que allí vive”.

Para Harris, la situación de sus compatriotas es sumamente importante, y asegura que lo que el venezolano de a pie busca es una vía de escape, estabilidad, trabajo. “Obviamente se han cometido errores, no lo niego ni un segundo. De los países se va lo bueno y también lo malo. Entiendo la rabia, entiendo todo. El tema de Chile lo he superado, me dolió en su momento, pero son cosas que pasan, no hard feelings, como dicen los gringos”.

Y se mantiene en comunicar de forma recurrente su expectativa de “una Venezuela libre”. “En julio se hizo una proeza maravillosa, ir a unas elecciones y ganar por más del doble de votos. El pueblo venezolano se expresó. (...) Lo que deseo para mi país es paz, prosperidad y sobre todo justicia, que lo que el pueblo venezolano eligió se manifieste, que el señor Edmundo González tome la Presidencia y que los venezolanos que quieran puedan regresar a su país y hacer su vida allí”.

El pueblo de uno, dirigido a mayores de 13 años, aún tiene entradas a la venta en la localidad general del salón Los Presidentes del Centro de Convenciones; están a la venta en elgeorgeharris.com y al 096-890-8630. (E)