Hablar del horror desde lo absurdo o cómico es algo constante y clave en la obra de Arístides Vargas, los personajes de sus historias siempre están recordando lo degradante que puede llegar a ser el alma humana. Justamente, una de sus obras, La canción de la liebre, será llevada a las tablas guayaquileñas, bajo la dirección de Sebastián Sánchez Amunátegui y con las actuaciones de Alejandro Fajardo, Itzel Cuevas, Pamela Sambrano, Alisson Mieles y Michelle Zamudio.

“Es uno de los primeros teatros independientes que pone una obra mía en Guayaquil. Anteriormente se ha puesto una obra mía pero con dirección mía”, confiesa el dramaturgo desde Argentina, su país de origen.

En conversación con este Diario, mediante videollamada, cuenta que la pieza fue escrita hace algunos años -no precisa cuántos- en un proyecto llamado Los Niños de la Calle de América Latina, que se lo representó en el Teatro María Guerrero, de España, y en la que participaron dramaturgos y dramaturgas de Latinoamérica. “Nos pidieron un texto relacionado con el maltrato infantil y el tráfico de niños en América Latina, y yo desde Ecuador escribí esta obra que se llamó La canción de la liebre”, dice sobre la historia que por primera vez se pone en escena en Ecuador.

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Aunque a ratos su nombre aluda a una melodía infantil, La canción de la liebre aborda la temática del tráfico de órganos infantiles en América Latina. “Es una obra oscura, un tanto cruenta pero a la vez no exenta de cierta comicidad, o sea, una comicidad un poco degradante. Es decir, una risa de preguntarte de pronto de qué me estoy riendo si esto es terrible. Yo indago en la obra el caos o el desorden que puede provocar la pobreza en el alma humana y en nuestros países”, narra Vargas.

Cuenta que la idea de abordar esta problemática se dio luego de leer una noticia. “Me llamó mucho la atención de este periódico, donde una madre ofrecía órganos de su hijo para venderlos... a partir de esa noticia fue que yo desarrollé toda una historia alrededor de eso, donde están comprometidos los médicos que hacen ese tipo de prácticas, las clínicas donde se practican y las empresas que se dedican a hacer este tráfico”, afirma.

Itzel Cuevas, Alejandro Fajardo, Pamela Sambrano en los papeles principales. Foto: Cortesía

Menciona que el nombre de la obra hace alusión a una canción irlandesa, donde unos cazadores van detrás de las liebres, lo que significa para Vargas una analogía con los niños. “Hay constantemente un juego alrededor de la obra, sobre una ronda infantil. Hay mucha presencia de los niños, aunque los niños están ausentes en la obra, hay mucha presencia del mundo infantil”, explica.

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Es así como la trama sumerge a sus personajes en una atmósfera agobiante. En los papeles principales se encuentran el médico, su esposa y su enfermero. “La esposa un poco es la que lleva adelante una especie de denuncia de lo que hace su marido, pero ella se va enterando poco a poco. Porque ellos, el enfermero y el médico, hablan en clave, es como si hablaran todo el tiempo de dos hombres que van al bosque a cazar animalitos. Al comienzo uno no se da cuenta de qué mismo están hablando, hasta que se va aclarando lentamente en el transcurso de la obra”, sostiene.

“La esposa es como la fuerza de las mujeres que siempre revelan algo inesperado de una sociedad organizada”, añade.

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Considera que se trata de una pieza que conjuga lo cómico, lo trágico y lo patético. Que transcurre de la risa a la seriedad y de la seriedad al espanto. “Yo siempre pensé que esta obra se acercaba mucho a un género español que se llama el esperpento. Valle-Inclán, uno de los creadores de este género, propone que la realidad debe ser vista de manera deformada, en un espejo cóncavo, donde las figuras están totalmente deformadas. Eso tiene el propósito de revelar la verdad de las pasiones más bajas de los humanos”, señala Vargas.

Apunta además que la obra se desarrolla en un sistema donde el dinero ha tomado el sentido más terrible de la vida. “Todo está atravesado por una especie de economía nefasta y oscura”.

El papel del teatro

Vargas es autor de obras reconocidas como El jardín de los pulpos, Nuestra señora de las nubes, La edad de la ciruela, La razón blindada, entre otras emblemáticas piezas de teatro que han nacido desde el exilio, pues llegó a Quito en los años 70, huyendo de la violenta dictadura que acechaba en Argentina.

Es por eso que el también fundador del grupo Malayerba considera que una de las funciones del teatro es crear debates sobre determinadas cuestiones éticas. “El escenario no presenta soluciones, presenta debates, presenta disidencias, polemiza con la mirada”, enfatiza.

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“No creo en un teatro condescendiente con el público, ni creo en un teatro que pretenda estar de acuerdo con el gusto de la gente. Yo creo más en un teatro que debate las cuestiones éticas de una sociedad”, añade.

Funciones

La canción de la liebre estará en el Estudio Paulsen durante todo el mes de octubre los días jueves, viernes y sábados, a las 20:00. La entrada tendrá un costo de $ 15.