Antonio está por dejar lo conocido: Guayaquil, el río, la casa, para irse a buscar un sueño musical y americano. Irá con su guitarra y, quiera o no, con las recomendaciones, las lecturas y los poemas de su abuela, que ha sido durante años su única familia. Esto es Antonio en Las Peñas, obra que el Estudio Paulsen estrenó el 9 de octubre y estará en cartelera los jueves, viernes y sábados de este mes.

En esta entrevista hablamos con el Antonio del siglo XXI, el músico Jorge Andrade (vocalista del grupo Olitas y de Emotion Band) en su debut protagónico teatral, y con el Antonio del siglo XX, el director y escritor de la obra, Carlos Ycaza (junto con Andrés Palma, director, actor y profesor de la técnica Meisner en el Estudio Paulsen.

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Ycaza ha rescatado para esta pieza sus vivencias, ese viaje a los 20 años de edad con destino a Nueva York, dejando atrás las piedras de Las Peñas, empujado por la pasión por las artes escénicas, el cine, la literatura, buscando un horizonte diferente que su ciudad no le podía ofrecer.

Antonio viaja con una meta, va a hacer música, pero también va a reencontrarse con el padre que, no entiende por qué, lo dejó cuando era un niño para que se criara en la casa de la abuela. Sin embargo, no es la obra un rechazo a Guayaquil, y para eso está la abuela (la actriz Martha Ontaneda), recordándole a su “niño” de dónde viene y tratando de aceptar que debe dejarlo ir.

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Andrade habla de su propia experiencia como músico en Las Peñas. “Empecé a los 18 años, para tocar en la Zona Rosa (y luego en Diva Nicotina). Mi mamá me daba permiso siempre y cuando nunca faltara al colegio el día viernes (tocaba los jueves). Para mí era increíble, estoy viviendo el sueño y me pagan por eso. La mayoría de músicos guayaquileños nos sentimos identificados con lo que fue Diva Nicotina. Tuvimos unos cinco o siete años de armar conciertos, tributos, lo que se pudiera, y había bastante movimiento artístico”.

Y de ese movimiento han tomado para hacer la selección musical de la obra, en la que su personaje toca la guitarra y canta para su abuela, mientras remueve las emociones de todos en la sala. Allí están Like a Rolling Stone (Bob Dylan), La felicidad (Antonio Carlos Jobim), Father and Son (Cat Stevens), Si tú me olvidas (Jorge Araujo Chiriboga), Leoncito (Caetano Veloso) y De pie, del cantautor guayaquileño Aire del Golfo (1992-2024), quien en su momento interpretó ese tema en Estudio Paulsen. “Es una canción espectacular que defiende la idea de la abuela”, indica Andrade. “Las Peñas, no importa lo que pase, siempre va a estar de pie”.

Así que el antiguo barrio empedrado y el río Guayas son personajes también. Y hay otro que no está, pero nos lo presentan, la madre fallecida de Antonio, adornada con todas las virtudes y también humanizada a través de los recuerdos que dejó, sus escritos, su poesía, sus cartas, su retrato.

Ycaza confiesa que hay muchos detalles personales en Antonio en Las Peñas, que son una representación de los secretos de los que siempre se habla en voz baja en las familias, y que ahora pasan a estar en la tarima, quedan expuestos, reinterpretados por el público, cada cual según su propia historia.

“Yo creo que ese es el tema que hace que la obra conecte; la gente se ríe con nosotros, llora, canta, aplaude; hay bastante verdad en la historia, ¿no?”, opina Andrade, que en las tres funciones del feriado de octubre cantó acompañado al menos por una voz del público.

Y todo el que ha vivido la experiencia de crecer con los abuelos se encontrará con un espejo. “Es lo más latinoamericano que hay”, dice Andrade de esta relación.

Dos poemas para ‘Antonio en Las Peñas’

Cinéfilo desde siempre, Ycaza descubrió en una película (El cielo sobre Berlín, de Wim Wenders) el poema Cuando el niño era niño, del austriaco Peter Handke (Premio Nobel de Literatura en 2019), que es el leitmotiv de la obra, la sensibilidad esencial de la infancia que se lleva para el resto de la vida. En Antonio en Las Peñas este poema enlaza una escena con otra, un par de versos a la vez, en la voz de Andrés Palma.

Y el otro es Ciencia de vivir, del guayaquileño José Joaquín de Olmedo, leído por la abuela y luego cantado y grabado por el nieto, en un escenario neoyorquino, y viralizado en TikTok. Ycaza muestra a Olmedo no solo como el autor del estruendoso Canto a Junín, sino de una serie de poemas dirigidos a la juventud y a la niñez. Y para musicalizar sus líneas se tomó la decisión de usar la inteligencia artificial. “En ese momento Jorge todavía no entraba en la colada. Pero podría haberla hecho, es cantautor también”, dice Ycaza.

Andrade añade cómo ve este ejercicio de un poema bicentenario que aterriza en nuestra época con la ayuda de la tecnología. “La IA les ha brindado cuatro versiones y eligieron la más acústica, la más emotiva”. Tal como estaba, habría sonado una voz artificial y una guitarra artificial, que sonaría casi perfecta, pero el actor la canta con su guitarra, en vivo. “El humano tiene una carga emocional que influye en volúmenes, en acabados, en interpretación total. La IA nos puede brindar esta melodía con acompañamiento, pero está lejos de conectar a un nivel humano”.

Antonio en Las Peñas estará hasta el sábado 25 de octubre, y se espera que la mayor cantidad de público pueda verla en Paulsen, cuya sala tiene capacidad para 60 personas. “Si vemos que esto sigue con tanta gente, capaz que hacemos un extra”, promete el director. “Para mí es extremadamente importante en términos de lo que vivimos en Guayaquil”. La han presentado como un proyecto para un teatro de mayor aforo, para 2026. (E)